Francisco Olivares
Ya Diosdado Cabello sentenció que a Juan Guaidó “no le pasará nada” a su regreso de la gira internacional, que tuvo su momento estelar en el encuentro con Donald Trump, “porque él es nada”.
A pesar de “no ser nada” para Cabello y Maduro, la gira del líder opositor ha sido el tema del que más se han ocupado en la última semana. Con pinzas se han revisado las declaraciones de Trump, de Mike Pompeo, senadores y de otros voceros de Estados Unidos, en busca de certificar que podría producirse un ataque armado desde el exterior. En especial se han referido a la palabra “quebrar” utilizada por Trump durante su alocución en el Congreso ante el Estado de la Unión al referirse al régimen de Maduro.
La expresión de Trump ha sido aderezada por el propio Guaidó al ratificar la ya vieja consigna de “todas las opciones estaban sobre la mesa” pero le agregó otra frase que debe haber preocupado a los analistas del entorno madurista: “pero también debajo de la mesa.
Todos estos elementos comienzan a jugar en una polémica que se expresa, a veces de manera subterránea y otras de manera directa como la carta que Iván Simonovis, el comisionado de seguridad de Juan Guaidó y ex preso político, dirigió a Trump, en la que le solicita que “pase a la ofensiva” y en la cual señala que en Venezuela hay dos Qasem Soleimani, el comandante de la Guardia Revolucionaria Islámica, eliminado recientemente por un dron de las fuerzas militares de Estados Unidos e identifica a Diosdado Cabello y Tareck El Aisami como quienes personificarían esa figura. En su carta, Simonovis pidió el mismo tratamiento que se le dio al líder iraní Soleimani, liquidado por Estados Unidos. A lo que Cabello respondió en forma retadora que tanto para él como para El Aissami “es un orgullo” ser asociados al comandante de los Guardianes de la Revolución Islámica.
Y aunque la agenda de Guaidó y de la diplomacia de Trump han destacado que la estrategia para Venezuela ha sido promover elecciones presidenciales “libres” con vigilancia internacional y a su vez descartan la intervención militar porque podría derivar en graves consecuencias, han declarado como “terrorista” al régimen de Maduro, despliegan ejercicios militares en la zona del Caribe y en las costas de Colombia, hay constantes menciones sobre el apoyo a Venezuela de parte del Comando Sur y las llamadas “operaciones quirúrgicas” exaltan las preocupaciones de Cabello y Maduro quienes acuden a los cuarteles para inyectar ánimo en las tropas venezolanas.
Apenas el jueves 6 de febrero el presidente de Estados Unidos confirmó que el líder de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), Qasem al Rimi, murió en una operación estadounidense en Yemen, en enero, como adelantó la semana pasada el diario The New York Times. Es el segundo jefe del islamismo, considerada una de las ramas más peligrosas del grupo terrorista Al Qaeda porque ha perpetrado atentados más allá de su base, en el Yemen, casi siempre contra intereses de EEUU, según detalla las informaciones de las agencias.
A lo interno Nicolás Maduro sigue con el plan de radicalizar la revolución y se propone apoderarse de la Asamblea Nacional a como dé lugar y para ello ha movido sus fichas en dos tableros: uno el de la Asamblea Nacional paralela encabezada por el grupo “CLAP” de Luis Parra, quienes aún sin quórum y legitimidad, están promoviendo un nuevo CNE y unas elecciones en donde la oposición del Parlamento legítimo mayoritario, encabezado por Guaidó, no participaría.
Hay un segundo tablero que es la Mesa de Diálogo Nacional, que paralelamente está negociando un CNE distinto al de Parra, en el que participan factores como el grupo de Claudio Fermín, Avanzada Progresista, el MAS y el pastor evangélico Javier Bertucci entre otros. Este grupo intenta acercar a algunos factores de los partidos mayoritarios del 4G y ganarlos a favor de una participación en las parlamentarias que serán convocadas este año por el gobierno de Maduro.
Por su parte, Guaido ha eludido precisar cuál será la estrategia que promoverá a su regreso pero lo que se anuncia parcialmente es que no participarán en un proceso electoral sin garantías y que profundizarán las sanciones internacionales para intentar doblegar la posición de Cabello y Maduro. “Nosotros quemamos ya las naves hace mucho tiempo. A mí ya no me importa nada y moriré como viví, ¿no es así que dice?” respondió Cabello.
El desliz sobre que Cuba deje de ser un problema dicho en Canadá no fue una equivocación de Guaidó, sino un anuncio adelantado expresado a destiempo, que no apunta a confiar en Raúl Castro, sino que revela, el esfuerzo diplomático y económico que está adelantando Trump para conseguir que Cuba, Rusia y China, flexibilicen el apoyo a Maduro a cambio de beneficios económicos.
Mientras tanto la economía de Venezuela seguirá en declive, la hiperinflación disparada y un burbuja de dólares del oro, narcotráfico y contrabando mostrarán un país ficticio que opera al margen del 80% que permanece en la marginalidad.