José Rafael López Padrino / California
La estadolatría como expresión de dominación eterna ha estado presente en los regímenes imperantes en la Alemania nazi de Hitler, en la Italia fascista de Mussolini, así como en los Estatismos burocráticos y despóticos que tanto han desnaturalizado y desacreditado al socialismo como proyecto liberador y humanista. El socialfascismo bolivariano del siglo XXI constituye una versión tropical de esa estadolatría adúltera, la cual promueve una veneración supersticiosa y fanática de un Estado opresor y omnipotente que al esta servicio del comandante-presidente.
Animado por su gula estatólatra y por su precariedad teórico-ideológica el socialfascismo bolivariano ahora impulsa el “Estado Comunal”, como forma de democracia socialista. Estado Comunal, que per se, constituye una contradicción a la luz de las ideas originarias del viejo Marx, quien siempre se opuso fuertemente a cualquier forma de estadolatría. Resulta un contrasentido hablar de un “socialismo” que promueve la sacralización de la figura Estado, figura la cual Marx siempre aborreció por considerarlo como un aparato coercitivo y opresor. Marx en su respuesta a la “Filosofía de la Miseria” del señor Proudhon (1847), indicó claramente que con la implantación del socialismo revolucionario, se liquidaría el fetichismo estatizante y el viejo Estado sería reemplazado por uno que desarrollaría su propia disolución (sich auflöst). Por lo tanto es imposible edificar un proyecto socialista participativo, democrático y revolucionario bajo la brújula de un “estatismo asfixiante”. Es importante resaltar que el antiestatismo de Marx no tiene nada que ver con el pseudoantiestatismo neoliberal que no cuestiona al Estado como instrumento represor en el marco de un estrecho horizonte burgués
La imposición del antidemocrático Poder Comunal bolivariano, no conlleva a la liquidación del capitalismo, ni a la construcción del socialismo, ni mucho menos un poder popular autónomo. Se trata de un fraude ideológico que dará vida a un régimen centralista, explotador, despótico y militarista.
Estamos en presencia de un proyecto reaccionario, que le rinde culto al Estado, que impulsa un Capitalismo de Estado (“burguesía de estado”), y que se apuntala en un militarismo-autoritario, todo en nombre de la revolución. Un falso socialismo que le confisca las aspiraciones de emancipación a los más humildes y a los trabajadores, que impone el terror frente a la diferencia ideológica, y que promueve un pensamiento domesticado y sumiso al poder.
La neoestadolatría bolivariana persigue encadenar y conculcar el sentimiento critico del individuo en lugar de desarrollar mayores espacios de libertad y liberación. Desean convertir al país en un enorme cuartel, establecer una dictadura encubierta, en vez de profundizar la democracia. La visión antiestatista del pensamiento marxista contrasta con la estadolatría impulsada por el socialfascismo bolivariano.