Perversión populista

José Ignacio Moreno León

 La perversión populista florece como mala hierba en América Latina como secuela de la debilidad de las instituciones democráticas y el déficit de capital social que son características de la región. Es así como el populismo latinoamericano se manifiesta comúnmente mediante el surgimiento de caudillos carismáticos y autoritarios, mayoritariamente con propuestas izquierdistas. Se trata de un fenómeno político y no de una ideología, el cual se expresa en tácticas políticas y demagógicas para promover el apoyo popular, como soporte de tácticas gubernamentales o de campañas para lograr y mantener el poder.

Los regímenes populistas fundamentan su acción de gobierno en un estilo presidencialista, desconociendo o minimizando las funciones de las instituciones del Estado, por lo que el caudillo populista irrumpe inicialmente como salvador de la patria con edulcoradas ofertas electorales cuando transita inicialmente los caminos de la consulta popular, para luego derivar hacia un régimen dictatorial.

En  otras ocasiones el populismo se apropia del poder mediante un golpe de estado o una asonada militarista, en donde es común que sea un castrense quien asume el papel protagónico, con similares promesas de redención popular y así se configura el populismo militarista. Dos ejemplos históricos y emblemáticos de los casos referidos lo representan  los gobiernos de Getulio Vargas en Brasil y el justicialismo de los tiempos del general Juan Domingo Perón en Argentina.

Tanto en los sistemas populistas de derecha como de izquierda, la evolución de estos regímenes guarda muchas similitudes con la dinámica marxista en cuanto a las demagógicas ofertas de fortalecer la democracia popular, con tácticas de gobierno para mantenerse en el poder recurriendo a políticas cortoplacistas y populistas, tales como el otorgamiento de dádivas y otras prebendas clientelares, el recurrente y exacerbado discurso nacionalista, las ficticias amenazas externas y la promoción del odio de clases, por lo que al final, ambas movimientos,  en lugar de desarrollar una genuina democracia participativa, terminan en regímenes autoritarios que son sepultureros de la democracia.

Y que igualmente, con sus erráticas políticas económicas, producen grandes procesos inflacionarios, deterioro monetario, alarmantes situaciones de escasez y otros graves problemas sociales que se reflejan en incremento de la marginalidad y la pobreza. Por lo que es muy acertada la sentencia de Mariano Grondona cuando afirma que “El populismo ama tanto a los pobres que los multiplica.”

@Celaup

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