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Los términos derecha e izquierda ya lucen como etiquetas obsoletas en el debate política contemporánea..
José Ignacio Moreno Leon *
Análisis Libre
Complejas realidades caracterizan a la sociedad mundial en estos tiempos de globalizacion y de grandes cambios, impulsados por la revolución tecnológica y de las comunicaciones y el surgimiento de la economía digital que está afectando el sentido del trabajo y la forma de promover y gerenciar los negocios. Igualmente son cambios que están configurando la llamada sociedad de la información y del conocimiento, lo que implica el papel protagónico de la educación para asegurar el futuro y la democracia. Por ello la profética frase de Arturo Uslar Pietri cuando en 1979 afirmaba que “En el futuro la educación será el nuevo nombre del poder.”
Esas transformaciones, inéditas e imprevisibles, se han exponenciado como consecuencia de las medidas de confinamiento, asumidas globalmente para enfrentar la pandemia del COVID 19, y en la actualidad se agravan como consecuencia del impacto económico y la crisis política que está generando la invasión de Rusia a Ucrania. A todo lo anterior se agregan las amenazas de quienes impulsan la llamada agenda globalista y el progresismo, como nueva careta del socialcomunismo y objetivos de otras tendencias totalitarias promovidas por poderosos grupos financieros y fundaciones internacionales. Ambas tendencias coinciden en propiciar la construcción de un nuevo orden mundial (NOM), rompiendo con la historia, suprimiendo los estados nacionales y, mediante la ideologia de género, auspician la destrucción de la familia y otros valores de la sociedad occidental en los que se sustentan la libertad y la democracia.
Es obvio que estas realidades representan una seria amenaza y retos políticos para la institucionalidad democrática, cuando la misma es percibida con una imagen de deterioro por la creciente desconfianza hacia gobiernos que se rigen por ese sistema, con frecuentes casos de corrupción, déficit de liderazgo y amplia insatisfacción por un deficiente desempeño, todo lo cual ha estado generando notable pérdida de apoyo popular al sistema y a los politicos.
Tres aspectos son fundamentales para enfrentar con éxito la defensa de la libertad y de la democracia, los cuales no parece entender muchos de quienes ejercen la actividad política:
. Es un error evaluar el presente con los paradigmas de la Guerra Fría.
. Los términos derecha e izquierda ya lucen como etiquetas obsoletas en el debate política contemporánea.
. Ahora la confrontación está planteada entre sistemas totalitarios versus defensores de la libertad, de la dignidad de la persona humana y de los valores y principios en la que se fundamenta la democracia liberal.
Las anteriores consideraciones nos sirven de apoyo para comentar las interesantes reflexiones sobre la democracia y el ejercicio de la política contemporánea que en su reciente obra POLÍTICA PARA ADULTOS, hace Mariano Rajoy, quien fuera presidente del Partido Popular de España (2004-2018) y presidente del gobierno de ese país desde 2011 hasta 2018.
Este importante líder del Partido Popular reconoce el impacto de las nuevas realidades en casi todos los aspectos de la actividad humana y señala los cambios que -a su juicio-se requiren en el comportamiento político para preservar la democracia frente a esas complejas y cambiantes circunstan mundiales. Por ello el autor resalta la necesidad de que la actividad política apunte hacia la certidumbre y el sentido común para “elevarse sobre la trifulca partidista de cada día y buscar un entendimiento que de seguridad a los ciudadanos en un momento de dificultad máxima.”
Cuando habla de política para adultos Rajoy aclara que ello no significa política para mayores ni para viejos, sino entender el ejercicio de la política realizado por personas responsables y por ciudadanos igualmente responsables, sea cual sea su edad. Y aclara que se trata de desarrollar una política “…capaz de ver más allá del próximo cuarto de hora, una politica que sabe expresarse en algo más que un twit, que se basa en la racionalidad y no en las puras emociones, que está dispuesta a mirar la realidad cara a cara y que, sobre todo, puede servir para que los adversarios se entiendan cuando el interés del país así lo exige.”
Rajoy refuerza su planteamiento sobre la crisis política con una cita del economista y político chileno Carlos Matus (1931-1998), promotor de la planificación estratégica en America Latina, quien afirmaba que “La primera causa del descrédito de la política y los politicos en la región está en que los políticos se han dedicado más a resolver sus propios problemas y no los problemas de la gente.” Yo añadiría que el descrédito de la política y los políticos tiene mucho que ver con la inmadurez y déficit de valores de los supuestos líderes que se desempeñan como operadores políticos, más dedicados solo a vivir de la política para beneficiarse personalmente de la misma, con frecuencia por intereses crematísticos. Son lo falsos líderes populistas que operan ajenos a la racionalidad, con desprecio a las instituciones y a los ciudadanos a quienes no consideran como adultos en el debate político.
Al referirse al caso específico de España, Rajoy señala como referencias de jóvenes operadores políticos fracasados en la contienda contemporánea de su país a Albert Rivera y Pablo Iglesias. Rivera de 42 años, ex diputado en el parlamento de Cataluña, fundador en 2006 del partido Ciudadanos y presidente del mismo hasta 2019 cuando renunció a la política, a raíz de la debacle que sufrió esa organización -calificada por los españoles como partido de centro/derecha- en las pasadas elecciones nacionales. Iglesias de 43 años dejó igualmente su partido PODEMOS de orientación de ultra izquierda y antisistema, del cual fue secretario general fundador, desde 2014 hasta mayo de 2021, Vicepresidente del gobierno por el pacto con el Partido Socialista, dejó igualmente su partido, luego del rotundo fracaso en sus aspiraciones a presidir la comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas de 2021, logrando apenas el 7% de los votos y en las que obtuvo un indiscutible triunfo en su reelección la actual Presidenta Isabel Díaz Ayuso.
Como lo señala Rajoy, Albert Rivera y Pablo Iglesias habían sido ejemplos emblemáticos de aquella nueva política que mucho entusiasmó a los electores españoles en años recientes, pero fracasaron por su visión cortoplacistas y su errático manejo como dirigentes políticos populistas. Un caso similar ocurrió en Italia con Guiseppe Piero Grillo, cómico, actor y político de 72 años, conocido como Beppe Grillo quien incursiono en la política de ese país fundando en 2009 el movimiento 5 estrellas como partido antisistema, con ideología ecologista y populista, y objetivos de aprovechar electoralmente el sentimiento anti político muy extendido en su país. Si bien ese movimiento, calificado como de populismo puro, llegó a convertirse en las elecciones generales de 2013 en la segunda fuerza politica de Italia como movimiento de indignados, alcanzando algunos éxitos políticos pactando con otras organizaciones de derecha e izquierda, su fundador luego de un errático manejo partidista y comportamiento personal, se desvinculó progresivamente del activismo político señalando que “la política es una enfermedad mental”.
Conviene agregar que, cuando ya estaba en circulación la obra de Mariano Rayoy, se produjo en su partido una convulsión interna que provocó la renuncia de su presidente Pablo Casado (41), otro joven político quien fuera miembro del Congreso de los Diputados y presidente del Partido Popular desde 2019 hasta abril de 2022. A Casado se le criticó el manejo ambiguo e inseguro como líder de la oposición frente a los marcados errores del gobierno, pero su debacle política se vincula a la posición poco amistosa y de recelo frente a su copartidaria Ysabel Días Ayuso de 43 años, reelecta Presidenta de la Comunidad de Madrid e indiscutible líder de esa organización política, que la acaba de elegir igualmente como Presidenta de los Populares en esa capital de España.
Otro tema que resalta Rajoy en su libro es el relativo al populismo, con sus falsedades, mentiras y su polarización, identificándolo con el adanismo, la supuesta superioridad moral, el discurso demagógico y la deslegitimación sistemática de las instituciones, lo cual es igualmente sinónimo de inmadurez política. Conviene recordar que con sus secuelas de autoritarismo, inflación y corrupción el populismo ha sido una endemia que, especialmente en America Latina, ha marcado históricamente la política y muchos de los gobiernos de la región, independientemente de su tendencia política. Esa enfermedad de la política latinoamericana ha sido caldo de cultivo para el surgimiento de regímenes de caudillos carismáticos y mesiánicos, quienes, despreciando las lecciones de la historia, recurren a la demagogia con pretensiones de vincularse directamente con las masas, terminan desconociendo la institucionalidad democrática y vulnerando la libertad y los derechos humanos.
Por todo lo anterior se impone promover un acuerdo global de defensa de la democracia liberal como compromiso de todos y no como monopolio de partidos. Dado que la democracia está siendo afectada por la globalización y sus parásitos liberticidas del globalismo, el progresismo, la corrupción y el narco terrorismo, se impone el desafío de globalizar la democracia. Se requiere igualmente impulsar una pedagogía de educación en valores para fomentar la cultura democrática, ya que será la calidad del capital humano y del capital social lo que facilite la erradicación del caudillismo y el mesianismo político, con el surgimiento de genuinos líderes que entiendan la política como un servicio público y no como un negocio. Solo así se puede asegurar una democracia de ciudadanos con sólidos principios éticos y valores civicos para garantizar, en libertad, el avance destacado de los países en el nuevo mapa del poder mundial.
Educar para la democaracia y la defensa de la libertad se impone entonces como un compromiso en el debate global frente a un futuro incierto con una dinámica de cambios que surgen a velocidades exponenciales. Pero este magno reto debe asumirse con el profundo convencimiento que los valores, normas y virtudes cívicas son las herramientas fundamentales para asegurar la POLÍTICA PARA ADULTOS como condición del eficiente funcionamiento de la democracia y para preservar la libertad. Se trata entonces, parafraseando a Rajoy, de impulsar no una vieja o nueva política sino de lograr una buena política para asegurar la democracia. Recordar que la democracia es el sistema político y de gobierno que garantiza la libertad individual, la prosperidad sostenida, La Paz y la dignidad de la persona humana. Y que educar para la formación cívica es fundamental para combatir la tentación populista y el autoritarismo, como compromiso ciudadano que es la esencia de la democracia y implica que el ciudadano crea en su valor y se involucre activamente en procesos democráticos.
Según el Democratic Index que elabora anualmente The Economist, en el mundo hay 21 países con democracias plenas, 53 con democracias con algunas deficiencias, 34 regímenes híbridos y 59 sistemas políticos y de gobierno totalitarios. Y en los recientes informes de Latinobarometro, a pesar de cierto descrédito creciente de los gobiernos democráticos de Latinoamérica, el respaldo público a la democracia sigue siendo notable. Lo anterior refleja la tendencia global mayoritaria hacia la democracia como la mejor forma de gobierno, por lo que se hace imprescindible que la política se ejerza con realismo, responsabilidad y principios éticos y que los procesos democráticos se profundicen y consoliden activamente para evitar el deterioro del sistema. Es un reto que debe promoverse globalmente, con firmeza y especialmente con optimismo, pues asi como lo señalaba Churchill, citado por Rajoy en el epílogo de su libro: “Soy optimista. No parece de mucha utilidad ser cualquier otra cosa.”
- Ex rector Universidad Metropolitana, embajador, ministro, autor