Por Humberto Márquez
IPS Caracas
Los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Álvaro Uribe, de Colombia, dieron vuelta la página de ocho meses de duros choques políticos y diplomáticos y acordaron trabajar en una extensa agenda común.
«Nos debíamos esta reunión, para buscar entre dos seres humanos pasar a una nueva etapa y recuperar el tiempo perdido, para enfrentar desafíos comunes», dijo Chávez al finalizar el encuentro con Uribe en el complejo venezolano refinador de petróleo de la noroccidental península de Paraguaná, 500 kilómetros al oeste de Caracas.
«Nos debíamos esta reunión, para buscar entre dos seres humanos pasar a una nueva etapa y recuperar el tiempo perdido, para enfrentar desafíos comunes», dijo Chávez al finalizar el encuentro con Uribe en el complejo venezolano refinador de petróleo de la noroccidental península de Paraguaná, 500 kilómetros al oeste de Caracas.
«Nada ha sido difícil, porque donde no hay odio y prevalece la hermandad las dificultades se superan con menos dificultad», señaló a su turno Uribe.
Ambos «han establecido el modus vivendi de su relación sobre la base de que, sin desistir de sus visiones y posiciones políticas diferentes, están obligados a entenderse como vecinos», explicó a IPS Carlos Romero, director de postgrado en Estudios Internacionales en la caraqueña Universidad Central de Venezuela.
Los presidentes y sus equipos de gobierno abordaron pedidos de Colombia para que Venezuela levante las restricciones a la importación de automóviles de ese país, para facilitar el transporte binacional de mercancías y para que se estudie la construcción de una o dos vías férreas que enlacen regiones hasta ahora deprimidas de ambos lados de la frontera común.
También analizaron las posibilidades de incrementar la cooperación en los campos energético y de la agricultura y la alimentación, mientras degustaron «un suculento almuerzo», según dijo Chávez.
«Es evidente que Uribe ha subrayado aspectos económicos y comerciales de la relación bilateral, en tanto Chávez habrá insistido en sacudirse la imagen de que ha simpatizado con la guerrilla colombiana», estimó Félix Arellano, también profesor de Estudios Internacionales en la Universidad Central.
Chávez dijo que «el problema interno de Colombia es eso, interno». «Nosotros sólo hemos tratado de ayudar cuando se nos ha solicitado. Si en algún momento se nos solicitara, estamos a la orden», prometió.
«No hemos caído en el tema» del acuerdo humanitario para intercambiar rehenes en poder de la guerrillas por rebeldes presos en cárceles colombianas, agregó.
Tampoco indicaron los presidentes, que apenas concedieron tres preguntas a la prensa en la rueda convocada al término de su reunión, si conversaron sobre el contenido de las supuestas computadoras y archivos incautados por el ejército colombiano en el campamento del lado ecuatoriano donde fue abatido en marzo el jefe guerrillero «Raúl Reyes».
El gobierno colombiano había asegurado que en esos archivos informáticos había documentos comprometedores sobre Chávez y las izquierdistas Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC). Pero esta vez ambos líderes trataron de exhibir cordialidad e intercambio de confidencias ante la prensa, aunque no hubo abrazos entre ellos, como en el pasado, sino sólo apretones de manos.
La relación Uribe-Chávez ha estado plagada de altibajos y vivió un buen momento en agosto de 2007, cuando el gobernante colombiano nombró al venezolano como mediador para buscar un acuerdo humanitario con las FARC para concretar un canje de rehenes en poder de esta insurgencia por combatientes presos.
Pero cuando Uribe lo cesó abruptamente en noviembre de ese rol, las relaciones se crisparon y el deterioro se acentuó al lograr Chávez que la guerrilla le entregase seis rehenes, en dos tandas, y sobre todo cuando el ejército colombiano cruzó la frontera con Ecuador para atacar un campamento de las FARC en ese país, que motivó una severa crisis diplomática regional.
Chávez llegó a movilizar tropas y tanques hacia la frontera con Venezuela y derramó sobre Uribe epítetos como «triste peón» o «servil instrumento» de Estados Unidos, «presidente indigno», «inmoral», «mentiroso», «narcoparamilitar», «mafioso» o «Vito Corleone».
Uribe fue más comedido en el lenguaje, pero también acusó con contundencia a su par venezolano de cooperar y financiar «el terrorismo», de violar la carta de la Organización de Estados Americanos, de «tener afanes expansionistas, de tratar de montar su propio imperio e insultar a diestra y siniestra» a los dignatarios de otros países.
Este viernes, Uribe dijo que Chávez le reclamó en la reunión no haberlo llamado antes de suspender su mediación en noviembre. «Se lo acepté, y es bueno decirlo en público», admitió. De su lado, Chávez dijo que Uribe también lo cuestionó. «En lo personal, tú me trataste así, así y asao», le dijo el colombiano, a lo que el venezolano le respondió: «es que en lo personal, Álvaro, me sentía muy herido».
Chávez informó que retomará su papel de mediador la próxima semana, pero esta vez ante su par ecuatoriano Rafael Correa. Ecuador rompió relaciones con Colombia tras el ataque de marzo y declaró desinterés por reanudarlas mientras gobierne Uribe.
Con el diálogo político en Paraguaná prácticamente pasaron a un lugar muy secundario los acuerdos económicos y comerciales que se negocian.
Los cancilleres y otros ministros de Colombia y Venezuela deberán reunirse en los próximos meses para avanzar sobre ellos, anunciaron los presidentes.
El comercio bilateral rozó los 6.000 millones de dólares en 2007, con una balanza favorable a Colombia en una proporción de 2 a 1.
En lo que va de año ha aumentado 30 por ciento, a pesar de la crispación política y el retiro venezolano de la Comunidad Andina de Naciones (también integrada por Bolivia, Ecuador y Perú), y podría alcanzar a 8.000 millones de dólares a fines de este año.