Federico Sánchez Aguilar
.
.
William Cárdenas Rubio-Vargas
Analisis Libre Internaciona / Madrid
.
Puede que quede alguno más, pero será difícil que alcance la estatura de español Universal que tuvo Federico Sánchez Aguilar. Al mismo tiempo, será difícil que ese mismo español, ame tanto a España como la amaba Federico.
Para empezar fue un español reconocido desde Baler y Cebú en Filipinas, que lo declararon Hijo Adoptivo, la ciudad de San José de Costa Rica lo consideró como Huesped Distinguido, y La Puebla de los Ángeles en México, hasta Cartagena de Indias en Colombia, que lo distinguieron como Hijo Ilustre, pasando por muchos pueblos y cuidades de América y Asia que escucharon sus sabias disertaciones; como también lo hicieron universidades como la de Veracruz (México), que lo reconoció con el Doctorados Honoris Causa; o como la Academia de Historia de Cartagena de Indias, que lo hizo Académico, por sus vastos méritos y conocimientos como Historiador Iberoamericano, entre tantos honores y condecoraciones que recibió.
Hoy, cuando abundan los españoles que reniegan y abjuran de la historia y grandeza de este país, será cada vez menos posible que aparezca un español como Federico Sánchez Aguilar, que llegue a alcanzar sus cotas de prestigio intelectual y cultural. Podrán venir otros, pero muy pocos dejarán una huella tan acentuada e indeleble.
Federico nació en Valencia, pero se crío en la Cava Baja de Madrid. Fue bautizado en la Iglesia de San Andrés; era hijo de Ramón Sánchez Sarachaga, gran aficionado y apoderado de grandes toreros; y sobrino de Federico Romero, el más prolífico compositor de grandes zarzuelas del Siglo XX. No sería de extrañar entonces que rebosaran su alma, Madrid, la Tauromaquia y la Zarzuela.
Cuando tenemos que enfrentarnos a su desaparición física, quienes compartimos años de su existencia, tenemos que consolarnos con haber conocido a un español irrepetible, con una inteligencia superlativa, que le permitía desenvolverse con éxito en cuantos ámbitos sociales, profesionales o personales, estuvo presente. Fue periodista y sociólogo, y nos deja como Presidente de la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión de España, y Presidente de la Asociación de Profesionales de la Radio y Televisión de Madrid, con un historial de honda trayectoria y fecundo quehacer, con los Premios de las Antenas de Oro y Plata, y los Micrófonos de Oro, como cúspides del reconocimiento a cientos de profesionales de los medios, por su brillante desempeño.
Con el mismo éxito abordó la publicación de numerosos libros de la historia de España e Iberoamérica y de sus protagonistas; de Teatro y Zarzuela, de la cual fue apasionado defensor y publicista; y de los Toros, cubriendo con suficiencia la dirección de secciones de Tauromaquia en medios de prensa, radio y televisión. Fue el último Consejero Delegado de la Revista “El Ruedo”, y fundador de Tauridia; pero fue la Radio la niña de sus ojos, desde que en Radio Juventud dio sus primeros pasos, hasta recorrer las más importantes cadenas de radiodifusión, como Radio Nacional, Onda Cero, Es Radio, Punto Radio, Onda 6 TV, Antena 3 siempre con programas de Toros, como “Cartel de Toros”, “Café, Copa y Puro”, y muchos más, durante 60 años largos de vida profesional.
Había heredado las buenas relaciones de su padre con importantes Casas de Toreros, como la de los Dominguín, los Lozano, o con D. Livinio Stuyk, el creador de la Feria de San Isidro, con quien mantuvo una entrañable amistad. Esa amistad y la atalaya que edificó en los medios, permitieron a Federico ayudar a muchos toreros modestos, que en algunos casos obtuvieron importantes triunfos, que sólo le reportaban la satisfacción personal de haber ayudado a quien lo necesitaba, pues para quien la Fiesta de los Toros no guardaba ningún secreto, lo suyo era apostar por los más humildes del escalafón.
También, su amplio recorrido por las redacciones de importantes cabeceras como Arribas, Pueblo, Informaciones, Diario 16 o de cadenas como RTVE o Antena 3, en las que alcanzó puestos de comando, llegando a ser pionero de transmisiones de corridas desde América; o dirigiendo las corresponsalías de programas taurinos, por las que pasaron varias generaciones de jóvenes periodistas, hoy grandes figuras del micro y de la pantalla, que encontraron en este Maestro de la Comunicación, un compañero comprensivo y dadivoso.
Amigo como pocos, y de todos, lo que lo convirtió en un referente alrededor de quien se conformaron numerosos centros del arte, el saber y del buen vivir. Los Caballeros de la “Orden de José Rizal”, de la cual era Comendador, o como Alcaide de los “Caballeros del Castillo de la Flor de Lys”, que se reúnen en el Castillo de Sasamón, en Burgos, dan fe de ello, pero también numerosas tertulias de toros, donde se hablaba de todo, de política, futbol, teatro, cine y por supuesto, de Zarzuela, teniendo Federico el gran honor de haber contribuido a la creación del Museo de su tío Federico Romero, de La Solana, en la Mancha, que recrea todos los años obras como “La Rosa del Azafrán”, y donde recientemente le rindieron un homenaje, como los que se le rendían en el Café Teatro “El Rincón de la Rodríguez”, por parte de la soprano María Rodríguez.
Jamás en un Tanatorio había visto a tantos hombres llorar como niños, y no vertían lágrimas hombres cualquiera, se trata de auténticas figuras del Toreo de su tiempo, como Victoriano Valencia, a quien le unía una fraternal amistad; Santiago Castro “Luguillano”, con quien logró el milagro de su reaparición con corte de 3 orejas en Las Ventas y salida a hombros por la Puerta Grande, cuando a “Luguillano” le pronosticaban amputarle una pierna por las secuelas de una grave cornada; a Antonio Porras, torero importante y amigo de toda la vida; a Andrés Hernando, el fenómeno de Segovia, cuya biografía estaban preparando; y las de este humilde amigo.
Por supuesto no sólo lloraban los hombres, también las damas, a las que sabía tratar con elegancia, amabilidad, distinción, respeto, con sus dotes de gran seductor en la amistad, en el afecto y en la cortesía. Bailaba chotis y pasodobles, fueron muchos los momentos que compartimos quienes le frecuentábamos, para disfrutar de su inagotable sentido del humor y saber estar. He leído una bella semblanza escrita por una señora que resalta su intensa manera de abrazar. Es cierto, era un clásico. Ahora, con lo que está pasando, pensaría Federico que ya no tiene sentido andar por estos predios.
Hay hombres que al morir dejan un gran legado económico, para beneficio y disfrute de sus familiares y herederos. Esa herencia finita, se suele agotar en el tiempo, y en algunos casos, herederos irresponsables la dilapidan. Con Federico ocurre que nos ha dejado un legado aún más importante, un inmenso acervo cultural, histórico, personal e intangible, que quienes lo hemos recibido por su amistad, debemos conservarlo, y si es posible, enriquecerlo, pues este patrimonio, a diferencia del económico, es inagotable.
Así que quienes disfrutamos de su amistad, por diferentes motivos, como colegas de la ARTVE, o integrantes de las Órdenes de Caballeros, o miembros de las tertulias de toros o de zarzuelas, o aquellos grandes amigos, Alcaldes de Madrid, como D. José María Álvarez del Manzano, o muchos otros que en cargos públicos contaron con su experiencia y conocimientos, o como simples ciudadanos, deberíamos comprometernos en mantener presente en la memoria colectiva a este español Universal, y promover su impronta como ejemplo de la España que nunca debemos perder.
A Maricarmen, su adorada esposa, lleguen mis palabras de amistad inquebrantable, esa nunca muere, y el orgullo de haber sido amigo del hombre que ella eligió para compartir su vida, con la certeza de que nunca lo olvidaremos.
Federico no oirás a nadie hablar mal de el era, un hombre de gran valía y de muy buenos sentimientos. Yo lo siento mucho de quedarme sin este gran amigo. Que Dios le tenga en la gloría. D. E. P. UN ABRAZO DE CARIÑO MUY FUERTE PARA SU SEÑORA, HA SIDO UNA PAREJA MUY UNIDA, SIEMPRE JUNTOS.