El fotoperiodista Carlos García Rawlins de la agencia Reuters capta el momento en que la Policía Nacional Bolivariana en Caracasl dispara bombas lacrimógenas contra una manifestante que se encuentra arrodillada durante protesta
En pocas palabras. Javier J. Jaspe
analisislibre.org /Washington D.C.
Las noticias que nos llegan desde Venezuela nos indican que la protesta en contra del gobierno ilegítimo de Nicolás Maduro se mantiene con fuerza y pasión. La brutal represión emprendida por el gobierno madurista ya lleva en su haber alrededor de 40 víctimas, más de 2.000 detenidos, cerca de 55 torturados y una innumerable cantidad de heridos. Sinembargo, este resultado, lejos de amilanar el ánimo de los venezolanos, les ha templado el carácter para seguir en las calles reclamando democracia y libertad, así como la instalación de un gobierno de transición que se encuentre en capacidad de adoptar soluciones efectivas para enfrentar la grave crisis económica, política y social que vive el país.
El fracaso internacional
A raíz de las actividades desplegadas por Maduro para impedir que la diputada María Corina Machado pudiese intervenir en la sesión del Consejo Permanente de la OEA, y que en cambio ésta fuese expulsada de la Asamblea Nacional, con la complicidad de Diosdado Cabello y el Tribunal Supermo de Justicia, el carácter dictatorial y brutalmente represivo del gobierno madurista quedó en clara evidencia ante la comunidad internacional
(http://www.eluniversal.com/opinion/140406/el-mundo-rechaza-feroz-represion-de-maduro).
En los últimos días, Maduro ha intentado lavarle la cara a su gobierno con publicaciones pagadas en diarios de alta circulación internacional y mediante gestiones de lobistas profesionales, pero tales manifestaciones no sólo han resultado infructuosas sino que han hecho poner más de relieve la desesperación del régimen al ver las cifras de la caída vertiginosa del apoyo popular en las encuestas.
La treta de las barricadas o “guarimbas”
Ante su evidente fracaso a nivel internacional, Maduro ha venido aplicando con asesoría de los Castro en el orden interno una estrategia de doble filo en contra de la protesta, de tal forma que las barricadas, también conocidas como “guarimbas”, aparezcan como si fuesen el elemento o principal razon de ser de dicha protesta. Esta estrategia persigue contradecir el alegato de la oposición democrática, la cual ha sostenido que las protestas son absolutamente pacíficas y que es la acción represiva del gobierno la que desencadena la violencia.
En primer término, para alcanzar su objetivo, el gobierno madurista ha ordenado a los cuerpos represivos del régimen integrados por la guardia nacional, la policía nacional y las fuerzas paramilitares, emprender un ataque frontal y masivo en contra de las protestas que se mantienen en Táchira y Mérida, estados andinos cuyos ciudadanos debieron optar por la constitución de barricadas, como mecanismos legítimos de autodefensa para proteger sus vidas frente a la represión desenfrenada del gobierno madurista. En estos momentos, los territoriso de estos estados se encuentran ocupados por un elevado contingente de fuerzas militares, bajo estado de sitio.
La segunda acción del gobierno madurista, en procura de estigmatizar la protesta de los venezolanos con el signo de la violencia, consiste, precisamente, en reprimirlas brutalmente hasta provocar nuevamente las condiciones que lleven a los manifestantes a tener que optar por la constitución de barricadas como mecanismos legítimos de autodefensa para proteger sus vidas frente a tal represión. En otras palabras, con esta acción el gobierno madurista se propone provocar que se produzcan situaciones similares como las vividas en Táchira y Mérida, las cuales permitan ser exhibidas como ejemplos de que la oposición democrática lo único que perseguiría es sumergir al país en una nube de violencia para promover un golpe de estado destinado a derrocar el gobierno de Nicolás Maduro. Es de advertir, que en el logro de este objetivo, el gobierno madurista se viene valiendo de personal infiltrado en las manifestaciones pacíficas, quienes se ofrecen para organizar barricadas, encender fogatas y realizar supuestos hostigamientos a las fuerzas militares, policiales y paramilitares, cuando en realidad se trata de un sainete prefabricado en los propios centros represivos del régimen.
Lejos de dar satisfacción a las necesidades de la gente, la represión que en los últimos días el gobierno madurista ha emprendido en contra de cualquier manifestación pacífica de los venezolanos ha sido de tal magnitud, que la organización de barricadas ha pasado a convertirse por fuerza de esta circunstancia en un medio para dar cabida a la protesta. Como tal, entonces, las barricadas antes que la causa más bien son un efecto de la violencia desencadenada por la acción represiva del gobierno madurista, y en tal carácter constituyen un producto del estado de necesidad generado por dicha violencia.
En una falsa caracterización de la barricada han incurrido no sólo voceros interesados del gobierno sino igualmente algunos representantes desprevenidos de la oposición. Por tanto, debe insistirse que a través de la barricada la gente lo que muestra es que está dispuesta a mantener vivo su espíritu de lucha hasta que los objetivos sean cumplidos, a pesar de la represión gubernamental. Como tal, una barricada no constituye una manifestación de violencia, sino un elemento de propagación de una idea de protesta a través de una llama, acumulación de objetos o la colocación de obstáculos en una vía. Una barricada no dispara ni lanza bombas lacrimógenas, como sí lo hacen las fuerzas del gobierno, quienes pretenden escudar su conducta criminal y represiva, en el ejercicio de supuestas labores en protección del pueblo (http://www.lapatilla.com/site/2014/04/06/rodriguez-torres-el-estado-no-reprime-protege-al-pueblo/)
Las barricadas y la llegada de Unasur
En partes anteriores hemos dicho que el plan de Maduro relacionado con las barricadas consiste en una estrategia de doble filo bajo inspiración cubana. Pues bien, el otro filo consiste en presentar a las barricadas como una manifestación violenta de la oposición que habría sido generada por la propia voluntad de ésta y desde el inicio, cuando en realidad es una situación sobrevenida y creada por la violencia ejercida por el mismo gobierno madurista en contra de las manifestaciones pacíficas de los venezolanos en las últimas 8 semanas. En otras palabras, Maduro trata de presentar a la oposición democrática como causante y culpable de la violencia, colocarla en una posición débil de negociación, dañar su imagen política frente al país y la comunidad internacional, y de paso exonerarse él y a su gobierno del ya largo número de crímenes cometidos en contra de los venezolanos en el contexto de la protesta.
Mencionamos a la comunidad internacional, porque la aludida estrategia se encuentra vinculada a las actividades que viene a desarrollar una comisión de cancilleres de Unasur en los próximos días, para promover un diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición democrática. Al pretender presentar a la oposición democrática como culpable de la violencia, Maduro aspira arrinconarla frente a la indicada comisión de cancilleres y no cumplir con las condiciones que la oposición ha exigido para que pueda llegarse a un diálogo efectivo entre las partes, tales como, la liberación de los presos politicos, el desarme de las fuerzas paramilitares al servicio del gobierno, el cese de la represión en contra de las manifestaciones pacíficas de los venezolanos, la imposición de sanciones a quienes resulten responsables de los crímines cometidos durante la protesta, entre otras (http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/protestas-en-venezuela/140404/machado-no-aceptaremos-un-llamado-al-dialogo-que-sea-un-engano-mas)
Más que lo anterior, parece dudoso que la visita y reuniones de la indicada comisión de cancilleres de Unasur se hagan con espíritu imparcial, por las razones que a continuación se exponen brevemente:
Intereses communes – Muchos de los gobiernos de países miembros de esta organización se benefician con negocios y subsidios otorgados por el gobierno madurista. De allí que sería necesario que esta comisión se encuentre estructurada no sólo por cancilleres de estos gobiernos, sino con representantes de otros que han manifestado tener algún grado de independencia, como pueden ser los casos de Perú, Chile, México, Guatemala, Costa Rica, Honduras, Panamá y Paraguay, por ejemplo, quienes votaron en contra de que la sesión del Consejo Permanente de la OEA en días pasados, donde debía intervenir la diputada María Corina Machado, se realizara en forma pública y no de manera secreta.
Sesiones abiertas – Las sesiones de la primera visita de la comisión de cancilleres de Unasur se realizaron a puertas cerradas. Por tanto, sería necesario que las sesiones de esta segunda visita se efectúen de manera pública, para que el pais pueda apreciar directamente las posiciones que se mantienen en torno a los puntos de la agenda que se discuten entre las partes.
La agenda y participantes – Pese a que se anuncia que la llegada de la comisión de cancilleres de Unasur es inminente, a la hora que escribimos no se sabe el nombre de quienes visitarán al país, ni las personas del gobierno, de la oposición y de otros sectores del país que asistirán a reuniones que dicha comisión. Esto revela una falta de transparencia en una delicada materia de alto interés para el país y debe ser corregido cuanto antes. Mantener una elevada dosis de secretismo en esta materia puede ser contraproducente para los resultados que se espera obtener con las reuniones de la comisión de cancellers de Unasur.
Tercero de buena fe – Voceros de la oposición han manifestado la necesidad de que un tercero de buena fe pueda presenciar el diálogo entre la oposición democrática y el gobierno. En algunas instancias se ha mencionado el nombre de un alto prelado representante del Papa Francisco, sin que hasta ahora Maduro haya dado un paso al frente para asegurar la presencia de este tercero de buena fe en el indicado diálogo.
La visita de Unasur y la Conferencia Nacional de Paz – No ha dejado de causar sorpresa ver en la algunas publicaciones de prensa del país, que la visita de los cancilleres de Unasur ha sido promovida para participar en una supuesta Conferencia Nacional de Paz organizada por Nicolás Maduro (http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/protestas-en-venezuela/140402/comision-de-cancilleres-de-la-unasur-volvera-al-pais-el-7-y-8-de-abril). Esto quiere decir que se pretende dar carácter politico a dicha visita para beneficiar la indicada actividad del régimen madurista, con lo cual prácticamente se obliga a los voceros de la oposición democrática a tener que asistir a la Conferencia Nacional de Paz. Si ello es así, resulta absolutamente deleznable que una comisión de cancilleres de Unasur se preste con tal deliberado propósito. En nuestra opinión, los representantes de la oposición democratica deberían manifestar su rechazo a tal pretension y negarse a servir de comparsa a Maduro en la aludida Conferencia.
En pocas palabras, las noticias que nos llegan desde Venezuela nos indican que la protesta en contra del gobierno ilegítimo y autoritario de Nicolás Maduro se mantiene con fuerza y pasión. A pesar del número de víctimas, heridos y detenidos, este resultado, lejos de amilanar el ánimo de los venezolanos, les ha templado el carácter para seguir en las calles reclamando democracia y libertad, así como la instalación de un gobierno de transición capaz de adoptar soluciones efectivas para enfrentar la grave crisis económica, política y social que vive el país. En los párrafos que anteceden hemos descrito la estrategia de doble filo de Nicolás Maduro bajo asesoría de los Castro, en contra de la protesta, para mostrar a la oposición democrática como culpable de la violencia, de tal forma que las barricadas, también conocidas como “guarimbas”, aparezcan como si fuesen el elemento o principal razon de ser de dicha protesta. Esta estrategia se encontraría vinculada a la próxima visita de cancilleres de Unasur bajo la supuesta misión de promover el diálogo entre el gobierno y la oposición democrática, sobre cuya imparcialidad abrigamos fundadas dudas, por las razones que también se exponen brevemente. Veremos…