En pocas palabras. Javier J. Jaspe / Washington D.C
La semana que recién termina no dejó de conmover a los venezolanos, sobre todos a quienes adversan el gobierno que inconstitucionalmente usurpa Nicolás Maduro, en comparsa con Diosdado Cabello, Elías Jaua y Rafel Ramírez (“el gobierno de los cuatro”), pero que es dirigido desde La Habana, Cuba, por los hermanos Castro.
Los sucesos, entre otros, pasan por la inverecunda celebración de un aniversario más del fracasado y cruento golpe militar del 4 de noviembre de 1992, que comandara el teniente-coronel Hugo Chávez Frías; la secuela de efectos derivados de la masacre de la carcel de Uribana, donde fueron asesinados más de 50 personas; la devaluación del signo monetario nacional frente al dólar en casi 50%, para llevarlo de Bs. 4, 30 a Bs. 6,30, con su carga de más bolívares para el gobierno y más inflación para los venezolanos; y la arremetida terrorista de que ha sido victima la oposición por el gobierno de los cuatro. A esto último nos referiremos en los párrafos que siguen.
Digamos de inicio que la orden de ataque terrorista a la oposición venezolana, tiene acta de nacimiento internacional, pues la dió Raúl Castro en su discurso de toma de posesión de la presidencia de la CELAC, en Santiago de Chile el pasado 28 de enero, cuando la calificó de oligarquía golpista, revelando con desparpajo ante el resto de los asistentes a dicho evento, su intromisión en los asuntos internos de Venezuela. Es decir, ya no le bastaba a Castro ejercer el poder tras bastidores desde La Habana, o a través de los miles de cubanos que lo representan en Venezuela, o dando instrucciones al gobierno de los cuatro en las visitas que estos personajes realizan casi a diario a Cuba. Ahora, había que hacerlo de manera pública, notoria e ignominiosa ante el mundo, para que no quedara lugar a duda alguna.
En acatamiento de esta orden, el gobierno de los cuatro emprendió acciones para atacar sin cuartel a la oposición democrática y a sus dirigentes, a través de campañas difamatorias en medios de difusión, en la propia sede de la Asamblea Nacional donde se escenificaron tormentosas y acusadoras sesiones, y mediante la interposición de denuncias de supuestos delitos de corrupción, para utilizar la Fiscalía General y los tribunales penales en diligencias de terrorismo judicial. Las anteriores acciones se vieron acompañadas por otras encaminadas a persuadir a algunos diputados de la oposición para que pasaran a formar parte del partido de gobierno.
No vale la pena entrar en el detalle de las acusaciones que el gobierno de los cuatro ha formulado en contra de algunas dirigentes de la oposición, de estar incursos en supuestos actos de corrupción, ya que estos mismos se han encargado de demostrar que todo se trata de una vulgar patraña, señalando que en ningún momento ellos han administrado fondos públicos y que los hechos denunciados ya fueron ventilados y sobreseídos por los tribunales competentes. Es preferible, entonces, realizar algunas breves consideraciones sobre los motivos que mueven a Raúl Castro y el gobierno de los cuatro a realizar este tipo de acciones.
Los motivos aparentes son de carácter variado. En primer término, hay algunos que están ligados a la necesidad de debilitar a la oposición democratica con vista a las elecciones municipales que se celebrarán a mediados de este año o las que con alcance nacional podrían celebrarse para elegir nuevo presidente de la república, en caso de que se produzca la vacante absoluta de Hugo Chávez, según lo pauta la constitución.
Hay otros que están ligados más inmediatamente al control de la Asamblea Nacional, pues inhabilitando a algunos diputados de la oposición por supuestamente encontrarse envueltos en delitos, y/o promoviendo el pase al partido de gobierno de algunos diputados de la oposición, quien llegara a ejercer la presidencia podría obtener la mayoría parlamentaria necesaria para ser autorizado para gobernar mediante decretos. Esta misma mayoría legislativa le facilitaría también al gobierno de los cuatro, la posibilidad de nombrar los nuevos miembros del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo Nacional Electoral, organismos que son piezas claves en el control de todos los requicios de poder que le han permitido manipular las elecciones y/o usurpar el gobierno de manera inconstitucional, como en efecto lo han hecho.
Por supuesto, hay motivos subyacentes en toda esta conducta de signo terrorista desplegada por los Castro y el gobierno de los cuatro en contra de la oposición democratica en Venezuela. Entre ellos destacamos el importante papel que estaría cumpliendo dicha conducta como elemento cohesionador de las diversas facciones que concurren al interior del gobierno de los cuatro. Esto no debe decirse en torno menor. El gobierno de Hugo Chávez pudo mantenerse por catorce años en el poder porque logró reunir una trrinidad de atributos de valor incalculable, cuales son, unidad de mando, apoyo militar casi absoluto y abundancia de recursos petroleros.
La unidad de mando no existe en el actual gobierno presidido por Maduro, ya que por clara indicación de los Castro, se ha visto en la necesidad de allegar al círculo íntimo del ejercicio del poder, al sector militar que comanda Diosdado Cabello, al grupo Miranda que jefatura Jaua y al sector petrolero liderizado por Ramírez. Por lo demás, el apoyo militar que recibe Maduro es débil pues este sector enfrenta una seria división, y en cuanto a los recursos petroleros, éstos se encuentran en franca mengua, cuando no son insuficientes dad la creciente voracidad fiscal.
De tal forma, que las aludidas acciones terroristas en contra de la oposición democratica, más bien lo que revelan es un signo de gran debilidad del gobierno de los cuatro. Ésto, porque el elemento que venía cohesionando al chavismo en torno al proyecto militar con la complicidad de algunos civiles, de mantenerse en el poder por muchos años, más incluso que los cuarenta años vividos por el país bajo gobiernos civiles durante la era democratica, se quebró o está a punto de quebrarse, si como todo parece indicar, Hugo Chávez Frías no logra reponerse de su penosa enfermedad, o en cualquier caso no se encuentra en capacidad de reintegrarse al ejercidio del poder en Venezuela.
De allí todo el esfuerzo de los Castro en promover a Maduro como una alternativa de chavismo sin Chávez y de allí también las constantes manifestaciones del ministro de la defensa y de Cabello prometiendo la permanente lealtad de las fuerzas militares venezolanas. Esfuerzos que muy posiblemente serán sepultados como infructuosos con el paso del tiempo.
En pocas palabras, la semana que recién finaliza movió la escena venezolana con acontecimientos de gran significación, entre los cuales hemos destacado la arremetida terrorista emprendida por el gobierno de los cuatro en contra de la oposición democratica, por órdenes de Raúl Castro. Esta arremetida parece estar motivada por el interés de debilitar a la oposición, ante las próximas elecciones municipales o las que podría eventualmente celebrarse para presidente de la república, si se produce la vacante absoluta del presidente electo, Hugo Chávez Frías. Otros frutos podrían obtenerse de la inhabilitación de algunos diputados de la oposición, según se comenta en párrafos anteriores. Como motivo subyacente de la aludida conducta terrorista, se indica el importante papel que la misma estaría cumpliendo como elemento cohesionador de las diversas facciones que concurren al interior del gobierno de los cuatro.
Por tanto, la misma lo que revela es la gran debilidad de este gobierno y de allí los constantes esfuerzos del ministro de la defensa y del teniente Diosdado Cabello prometiendo la permanente lealtad de las fuerzas militares venezolanas. Esfuerzos que muy posiblemente serán sepultados como infructuosos con el paso del tiempo. Veremos…