Mientras el presidente Nicolás Maduro lo acusa de fraguar una conspiración en su contra, Washington se mantiene expectante ante la crisis venezolana. ¿Como ven la situación los think tanks estadounidenses?
DW
Bloqueo político, desplome económico, protestas masivas. La crispación aumenta en Venezuela. De “una de las peores crisis políticas y económicas en la historia moderna de América Latina” habló Michael Matera, el director del Programa de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington, en un reciente artículo. Ahora, Matera ya se refiere a una “crisis humanitaria” y prevé un rápido empeoramiento en vista del anunciado drástico nuevo recorte de las importaciones, que en su mayoría son de alimentos y medicamentos. “Hace unas semanas todos estaban hablando del peligro de default, pero ahora lo principal es ver cómo manejará el país la situación social”, indicó a DW.
Denuncias de conspiración
También el presidente venezolano, Nicolás Maduro, reconoce la gravedad de la situación. Pero la atribuye a una “guerra económica” y a confabulaciones para acabar con la Revolución Bolivariana, al tiempo que denuncia una campaña orquestada principalmente desde Washington para desestabilizar a Venezuela y justificar una intervención.
El diálogo entre Caracas y Washington prácticamente se ha silenciado. “Yo diría -y estoy hablando como alguien que trabajó durante muchos años como diplomático norteamericano- que el principal interés de Estados Unidos es prevenir una crisis humanitaria muy seria”, señala Matera, explicando que eso podría llegar tener repercusiones también en Colombia y en el Caribe. Pero no quiere especular sobre las eventuales opciones para evitarlo.
“La administración Obama preferiría mantenerse al margen de la crisis venezolana, porque sabe que cualquier cosa que intente hacer va a ser utilizada por Maduro para sus teorías de conspiración”, plantea, por su parte, a DW David Smilde, especialista en Venezuela de WOLA (Washington Office on Latin America).
Cuba en primer plano
“En cuanto a Latinoamérica, el legado más importante de Obama es la normalización de las relaciones con Cuba”, afirma Smilde. Y acota que este proceso podría verse perturbado si Washington adoptara un perfil más agresivo hacia Caracas, porque La Habana no lo toleraría, lo cual frena a la Casa Blanca.
Pero advierte que el Ejecutivo es actualmente el actor más moderado en Washington. En el Congreso, los sectores anticastristas, que no ven con buenos ojos el deshielo con La Habana, promueven sanciones contra Venezuela. Y las presiones probablemente aumentarán si la crisis sigue agudizándose. “La Casa Blanca solo estará dispuesta a bloquearlas hasta cierto punto”, estima el analista, subrayando que “no va a perder su capital político en eso”.
Los instrumentos de la OEA
Smilde no cree que la crisis venezolana se pueda superar sin presión internacional, pero se muestra convencido de que ésta debe ser multilateral. “Es muy difícil que Estados Unidos haga algo sin que le salga el tiro por la culata”, afirma.
A nivel regional, el presidente venezolano está perdiendo apoyos, con el cambio de gobierno en Argentina y el proceso de impeachmentemprendido contra Dilma Rousseff en Brasil, que calificó de “golpe de Estado”. Sin embargo, Smilde aconseja no sobreestimar eso. Recuerda que hace poco, “cuando Estados Unidos trató de trató de llevar una discusión sobre la aplicación de la Carta Democrática interamericana en el caso venezolano, ni siquiera Argentina lo apoyó, pese a que el gobierno de Macri es bastante cercano al de Obama”.
Según Mantera, “hay muchos que quisieran activarla, pero todos saben, incluyendo el secretario general de la OEA, que no tendrán los votos necesarios mientras los países del Caribe apoyen a Venezuela”. El director del Programa de las Américas del CSIS hace notar que las islas caribeñas dependen de los aportes de petróleo venezolano en el marco de Petrocaribe, “y por esa razón Venezuela probablemente nunca va a sufrir la aplicación de la Carta Democrática de la OEA”. Pero ese no es el único motivo, a juicio de Smilde, quien destaca: “También hay en la región un espíritu anti intervencionista que valoriza la soberanía y que va a usar instrumentos multilaterales con prudencia”.