La mayoría de consumidores en Latinoamérica parecen no ser conscientes de los estragos económicos que causan los millones de productos chinos a bajo costo que invaden los comercios en la región, dice una investigación del Proyecto Latinoamericano de Opinión Pública, dado a conocer en Washington.
“China tiene inversiones enormes, globalmente, se ha venido dando una expansión económica, exportaciones, importaciones, comercio y por supuesto eso incluye a Latinoamérica. Ese es el aspecto más sobresaliente de la relación entre China y los países latinoamericanos”, dijo Liu Kang, del Centro de Investigación de la Universidad Duke.
Las cifras son claras. Según la CEPAL, desde 2008, la mayoría de las exportaciones en Brasil y Chile vienen de China. Lo que no está muy claro es que, a pesar de esta ineludible presencia, una reciente encuesta realizada por el Proyecto Latinoamericano de Opinión Pública (LAPOP por sus siglas en inglés), muestra que muchos latinoamericanos no están informados de la influencia china en la región.
“Uno por un lado, hay muchas personas que aún no conocen y no se muestran anuentes a dar una opinión porque no tienen suficiente conocimiento del tema pero entre las personas que si conocen digamos que la visión es relativamente positiva”, explica Dinorah Azpuru, de LAPOP.
La mayoría de los encuestados argumenta que Estados Unidos tiene la mayor influencia en América Latina. Sin embargo, en la región se pueden encontrar excepciones. Los países del ALBA, y particularmente Venezuela, caen en ese grupo.
“Si el presidente tiene una visión positiva y habla positivamente de China, en este caso los ciudadanos tienden a ser también más positivos, y en el caso de Venezuela, pues yo creo que el presidente, ahora fallecido, Chávez, generalmente ha tenido un discurso muy positivo en cuanto a China cuando lo compara con Estados Unidos”, dijo Azpuru.
Pero no todo es perfecto en esta relación. Expertos argumentan que la concentración específica de exportaciones a China de materias primas como la soya y minerales, refuerza estructuras de producción tradicionales, algo que no beneficia a largo plazo a la región.