Halcones republicanos sacan las garras en EEUU

Análisis de Jim Lobe* (IPS)

Diez años después de alcanzar su máxima influencia con la invasión a Iraq, los neoconservadores y otros «halcones» (ala más belicista) de derecha luchan denodadamente para mantener su control en el opositor Partido Republicano de Estados Unidos. Esa campaña quedó evidente entre los días 14 y 17 de este mes en la Conferencia de Acción Política Conservadora, como señaló el diario The New York Times en un artículo en su portada.

El partido parece cada vez más dividido entre el sector más intervencionista, que impulsó la guerra hace una década, y una coalición más «realista» y libertaria, es decir, defensora a ultranza de las libertades individuales y del Estado reducido, que se muestra cada vez más escéptica, si no opuesta, a nuevas aventuras militares en el exterior.

El componente libertario, que parece estar creciendo, se identifica más con el llamado Tea Party, particularmente con el senador Rand Paul, del oriental estado de Kentucky, cuya resistencia a la idea de usar aviones no tripulados en territorio estadounidense lo convirtió en héroe, tanto para la derecha como para la izquierda.

Tampoco contribuyó a la unidad republicana la hostil reacción del senador John McCain y su histórica aliada, la senadora Lindsay Graham, cuyas opiniones en materia de seguridad nacional son fuertemente neoconservadoras. Ambos son considerados por los grandes medios como los principales voceros del partido en política exterior.

McCain dijo que Paul y sus admiradores eran «pájaros locos» que «toman el megáfono de los medios», y sostuvo que los senadores republicanos que los respaldaron –entre ellos, el líder de la bancada, Mitch McConell- debían «conocer mejor» de lo que hablaban.

Pero, más allá de los aviones no tripulados, el partido está profundamente dividido entre los obsesionados con el déficit, entre ellos muchos del Tea Party, que no creen que el Pentágono deba ser exonerado de los recortes presupuestales y muestran recelo ante nuevas campañas militares en el exterior, y los «halcones de la defensa», liderados por McCain y Graham.

Poco a poco se va ampliando la brecha entre esos dos sectores, que ya chocaron en varias ocasiones en lo que va de la administración de Barack Obama en temas como la intervención en Libia y el conflicto en Siria.

Por ahora, parece que se imponen quienes luchan contra el déficit, al menos al juzgar por las reacciones al lanzamiento el 1 de este mes del tan temido plan «sequester» (confiscar), que supone recortes automáticos en gran parte del gasto público y que podría exigir al Pentágono que reduzca su presupuesto otros 500.000 millones de dólares.

También implica el recorte de casi 500.000 millones, ya acordado por Obama y el Congreso en 2011.

«Indefendible», escribió el líder neoconservador Bill Kristol en el Weekly Standard al referirse a la complacencia de los republicanos frente a los recortes en el presupuesto militar.

«El Partido Republicano, primero con renuencia pero después con entusiasmo, se unió al presidente en su camino hacia la irresponsabilidad», lamentó.

El gran temor de los neoconservadores es que, debido al cansancio por la guerra y la atención centrada en el déficit, los republicanos regresen al «aislacionismo», postura que caracterizó al partido en su resistencia a la intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), hasta el ataque japonés en Pearl Harbor en 1941.

La posterior declaración de guerra de Adolf Hitler a Estados Unidos silenció a los aislacionistas, y el surgimiento luego de la Unión Soviética como una amenaza a los intereses de Washington, le aseguró a los halcones el dominio sobre la política exterior por 45 años.

Pero el fin de la Guerra Fría dio más lugar a algunos miembros del partido particularmente atentos a temas de presupuesto y predicadores de un Estado reducido, que vieron al gran aparato de seguridad nacional y a las aventuras militares en el exterior como amenazas tanto a las libertades individuales como a la salud fiscal del país.

Por tanto, muchos legisladores republicanos apoyaron significativos recortes en defensa, que comenzaron en la administración de George H. W. Bush (1989-1993).

El partido también se dividió ante varias acciones militares en los años 90, incluyendo la intervención «humanitaria» de George H. W. Bush en Somalia y las campañas en Bosnia y Kosovo durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001).

Varios legisladores republicanos se opusieron vehementemente a la decisión de Clinton de enviar tropas a Haití en 1994, para apoyar al depuesto presidente Jean-Bertrand Aristide.

Pero, por otro lado, neoconservadores republicanos se aliaron con los intervencionistas liberales en el Partido Demócrata para presionar al inicialmente renuente Clinton a intervenir en los Balcanes.

En 1996, Kristol y Robert Kagan escribieron un artículo en la revista Foreign Affairs alertando un giro de los republicanos hacia un nuevo aislacionismo.

Al año siguiente, ambos fundaron el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense, cuya carta fue firmada, entre otros, por ocho altos funcionarios del futuro gobierno de George W. Bush (2001-2009), como Dick Cheney, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz.

El nuevo grupo ideológico no solo sirvió de ancla para republicanos que apoyaban la visión de una «hegemonía benevolente» de Estados Unidos en el mundo sobre la base de su poder militar, sino que también de palanca de presión para un mayor presupuesto en defensa, una postura más desafiante hacia China y un «cambio de régimen» en Iraq.

Al ocupar puestos clave en el segundo gobierno de George W. Bush, los halcones aprovecharon la conmoción por los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington y alcanzaron su mayor influencia, hace exactamente 10 años, cuando lanzaron la invasión a Iraq.

Pero, 10 años después, están perdiendo dominio en el Partido Republicano, no solo por el creciente consenso nacional de que la invasión fue una gran catástrofe, sino por el temor popular, consignado en encuestas de opinión en los últimos seis meses, de que Washington simplemente no puede pagar el sueño imperial de los halcones.

Según las mismas encuestas, los votantes más jóvenes, de entre 18 y 29 años, se oponen a esa visión hegemónica, lo que fortalece a los miembros del partido más moderados en política exterior.

Sin embargo, fieles a su naturaleza, los halcones no están dispuestos a ceder, y su influencia en el partido sigue siendo elevada, como lo demostró el hecho de que solo cuatro senadores republicanos, incluyendo a Paul, apoyaron la designación de Chuck Hagel como nuevo secretario de Defensa.

Los neoconservadores lanzaron una fuerte campaña contra Hagel.

Es demasiado pronto para que los defensores del presupuesto declaren la victoria, señaló Chris Preble, del libertario Cato Institute, en el sitio Foreignpolicy.com. «Los neoconservadores no se irán sin dar batalla, y tendrán otras oportunidades en los próximos meses para ajustar el presupuesto del Pentágono», alertó.

* Enlaces: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=102534

http://www.lobelog.com/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *