Uno de los principios sagrados de la democracia estadounidense es que el Ejército es apolítico y leal sólo a la Constitución.
Pero ante la tensión política generada por la invasión del Capitolio por parte de los seguidores de Donald Trump, los líderes militares han considerado necesario hacer un recordatorio.
«La violenta protesta en Washington D.C. el 6 de enero fue un asalto directo al Congreso, al edificio del Capitolio y a nuestro proceso constitucional», dice una circular dirigida a los miembros del Ejército y firmada por los siete generales y el almirante que conforman el Estado Mayor Conjunto.
«Cualquier acto contra el proceso constitucional no solo atenta contra nuestras tradiciones, valores y juramento; también va en contra de la ley», agrega la nota, publicada este martes.
Los analistas aseguran que se trata de un mensaje insólito por parte de los líderes de las ramas militares del Ejército, aunque se enmarca en este clima de tensión que vive el país.
«Estamos viviendo un momento excepcional y esto es una prueba», dice a BBC Mundo el mayor general retirado Dana Pittard.
«Nuestra república está atravesando un momento peligroso. Lo que dice el Estado Mayor Conjunto no es excepcional: básicamente repite su juramento a la Constitución», dice por su parte a BBC Mundo Peter Feaver, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Duke y experto en Defensa.
«Pero lo que es excepcional es que sientan la necesidad de decirlo y que las tropas necesiten que se lo recuerden«, agrega el autor del libro «Armed Servants: Agency, Oversight, and Civil-Military Relations» (Servidores públicos armados: acción, supervisión y relaciones cívico-militares»).
Miles de simpatizantes de Trump invadieron el Congreso el 6 de enero en el momento en el que se certificaba el triunfo de Joe Biden en las presidenciales del 3 de noviembre.
El asalto por parte de ciudadanos que creen -como sostiene Trump- que hubo un fraude en las elecciones provocó la muerte de cinco personas.
Este miércoles Trump, quien cederá el poder el 20 de enero, se convirtió en el primer presidente de la historia de EE.UU. en ser sometido a un segundo impeachment.
En este último proceso se lo acusa de «incitación a la insurrección».
Silencio roto
Una semana después de los hechos, el Ejército rompió su silencio.
El secretario de Defensa interino, Chris Miller, ya había condenado el asalto la pasada semana, pero el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, aún no había hablado.
Y, según la agencia Reuters, no lo había hecho porque quería mantenerse alejado de la política. De acuerdo a medios locales, muchos soldados habían expresado en privado su preocupación por la falta de dirección tras lo que muchos ven como un ataque a la democracia.
El silencio de Milley contrastó con su presencia en un paseo junto a Trump en junio del año pasado después de que la Guardia Nacional y agentes de policía dispersaran a un grupo de manifestantes pacíficos que estaban cerca de la Casa Blanca protestando por la muerte del afroestadounidense George Floyd.
Ahora, con el Ejército de nuevo en el punto de mira tras el asalto al Capitolio, Milley y el resto de altos mandos militares consideraron clave hacer un recordatorio a pocos días de que Biden asuma como su comandante en jefe.
«El derecho a la libertad de expresión y de reunión no dan a nadie el (derecho) de recurrir a la violencia, la sedición y la insurrección», dice la circular hecha pública el martes.
El Pentágono está trabajando junto al FBI para ver si hay miembros en activo del Ejército entre los asaltantes del Capitolio, y también para saber si alguno de los 10.000 efectivos de la Guardia Nacional que reforzarán la toma de posesión de Biden el día 20 requiere una mayor investigación.
«El Ejército es un reflejo de la sociedad a la que sirve y por eso hay diferentes creencias. Y hay que asegurarse de que no haya gente ahí fuera que quiera derrocar a nuestro gobierno», dice el mayor general retirado Dana Pittard.
¿A quién le habla el Estado Mayor Conjunto?
Según Pittard, la circular tiene un doble destinatario: la tropa y el público en general.
«En lo interno seguro que hay gente que de alguna manera puede simpatizar con la insurrección. Será una minoría, por supuesto, pero con la circular se deja claro que es inaceptable», afirma el exmilitar, que admite que eso puede ser preocupante.
Este jueves se reportó que grupos de extremistas armados tienen como objetivo la toma de posesión de Biden la próxima semana.
«Y en lo externo, se quiere que la gente sepa que nuestra tradición, que ha funcionado tan bien, es que el Ejército no puede ser usado como un arma política interna, no puede tomar partido», agrega.
«Obviamente hay una preocupación de que la gente no haya entendido completamente el papel del Ejército».
«El Ejército no debe lealtad a un individuo, y debe enfatizarse de nuevo. Por eso el Estado Mayor publicó esa carta», afirma Pittard.
Richard K. Betts, director del Instituto Saltzman de Estudios de Guerra y Paz de la Universidad de Columbia, coincide con Pittard, pero agrega un destinatario más: el presidente.
«Es una señal a Trump para que no abuse de la Constitución poniendo al Ejército de su lado en un intento ilegítimo de anular la elección presidencial», dice Betts a BBC Mundo.
Una tensa relación
Durante el gobierno de Trump ha habido momentos en los que la tradicional neutralidad política de los uniformados, algo que Pittard define como un «valor sagrado», ha sido sometida a una gran presión.
«El presidente Trump intentó sin éxito que el Ejército le sea leal a él en lugar de a la Constitución. Muchos otros líderes populistas y autoritarios en el mundo lo han intentado. Pero el Ejército de Estados Unidos se ha resistido», dice Feaver.
Quizás el momento de mayor tensión fue cuando Trump hizo que en junio del año pasado la Guardia Nacional participara en el dispositivo de seguridad contra las protestas contra el racismo que despertó la muerte del afroestadounidense George Floyd.
Floyd murió mientras era detenido con violencia por policías blancos.
El presidente clamó entonces por el fin de las protestas que vinculó con la «izquierda radical».
En ese contexto se produjo el paseo de Trump con Milley, vestido con uniforme de campaña, para hacerse una foto frente a una iglesia que había sido vandalizada durante las protestas cerca de la Casa Blanca.
Eso sucedió después de semanas de cuestionamientos de algunos militares por la forma en la que Trump había respondido a las protestas con el despliegue de la Guardia Nacional.
La presencia junto a Trump de Milley, el oficial de más alto rango del Ejército, fue vista como si los altos mandos validaran la gestión de Trump de las protestas.
El jefe militar admitió después que se había equivocado.
«No debería haber estado allí. Mi presencia en ese momento y en ese ambiente creó una percepción de los militares involucrados en la política interna», dijo.
En aquel momento el presidente se planteaba incluso invocar Ley de Insurrección de 1807 para desplegar tropas en servicio activo en todo el país para sofocar las protestas, una línea que varios militares estadounidenses dijeron que no cruzarían.
Militares y sobre todo exmilitares reaccionaron entonces, como ahora, para recordar la fidelidad del Ejército únicamente a la Constitución, no a un partido ni a un presidente.
«El principio de que el Ejército es leal a la Constitución y de que nunca se involucra en política se ha fortificado con el tiempo por la estabilidad de nuestras instituciones políticas», afirma a BBC Mundo el profesor Betts.
«Esa estabilidad se ha visto sacudida en la era Trump, pero no se ha roto», agrega.
«Al comienzo de su presidencia pensaba que los generales del Ejército eran sus empleados y se le ha debido recordar periódicamente que el sistema estadounidense no funciona así».