La Universidad: Defensa de la Autonomía y Responsabilidad Política

 Reforma universitaria 1918 Córdova, Argentina

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José Ignacio Moreno León

Decía Arturo Uslar Pietri que una universidad en donde no se hace política es tan mediocre como una universidad en donde solo se hace política.

Quizás el ilustre intelectual, afincado en  su larga vivencia del proceso histórico y político venezolano, hacía referencia a la crisis que le tocó confrontar a las universidades venezolanas durante los intentos desestabilizadores de nuestra incipiente democracia, impulsados por los movimientos castro-comunistas que durante la década de los 60 y 70 se infiltraron en estas instituciones solo con fines de activismo político, con grupos subversivos que marcaron la época de los encapuchados y estudiantes profesionales, cuyos únicos objetivos eran la desestabilización del país para implantar una dictadura, emulando a la que estaba consolidándose en la isla caribeña.

No es descartable que con su aserto Uslar estuviera recordando igualmente la histórica participación universitaria que desde la Universidad de Caracas diera origen a la llamada Generación del 28, integrada por jóvenes universitarios que representaron la primera incursión de un movimiento estudiantil en la lucha política, mediante protesta pacífica y civilizada, frente a la dictadura gomecista. De allí surgieron, hace nueve décadas, los líderes pioneros de la promoción de la institucionalidad democrática del país.

Pero es que tres décadas después, en noviembre de  1957, la universidad venezolana volvió a insurgir con su responsabilidad política en  defensa de la libertad y la restitución de la democracia con un movimiento huelgario que motivó a todo el país para que, en enero de 1958 se derrumbara la férrea dictadura militarista de Perez Jiménez y Venezuela lograra recuperar el sistema civil y democrático de gobierno.

A nivel global la historia universitaria nos recuerda el centenario del llamado Movimiento de Córdova, una evidente demostración de responsabilidad política y defensa democrática, cuando en la Universidad Nacional de Córdova en Argentina, entre marzo y octubre de 1918 se desarrolló un movimiento estudiantil que se extendió a otras universidades del país y de otros países de América Latina, proclamando la autonomía universitaria, el autogobierno, y la vinculación de la universidad con su entorno, mediante programas de extensión y de docencia social.  El Movimiento de Córdova representa uno de los casos emblemáticos de importantes transformaciones en la universidad latinoamericana y fue igualmente una histórica reacción universitaria frente al panorama guerrerista y militarista que había dejado como secuela la Primera Guerra Mundial, y  una reacción política de las universidades en defensa de los valores humanos y democráticos, sin dogmas ni prejuicios.

Así mismo el Mayo Francés de 1968 se puede considerar como otro ejemplo de insurgencia política universitaria; en ese caso frente al gobierno autoritario del general Charles De Gaulle y a una serie de circunstancias sociales y económicas que provocaron la reacción de estudiantes y profesores. Fue inicialmente un movimiento estudiantil universitario que se inició a principios de mayo de ese año en la Universidad de Nanterre, continuando en La Sorbona en Paris y se extendió  a otros lugares de Francia hasta el mes de junio. A dicho movimiento se sumaron profesores y varios sindicatos de obreros en rechazo a la represión gubernamental y en apoyo a una huelga general que incrementó la protesta política hasta lograr, a principios  de 1969,  la dimisión de De Gaulle, con lo que se acabaron los gobiernos autoritarios, y se emprendieron importantes reformas para resolver a la crisis social y lograr una mayor descentralización  del Estado francés.

Frente a la grave crisis que impera en Venezuela, signada entre otras secuelas por profundos problemas económicos y sociales, por una endeble institucionalidad democrática, por un notable déficit de valores y de liderazgo político, la universidad venezolana -víctima de esas dramáticas circunstancias que han provocado una diáspora de docentes y estudiantes, sensibles limitaciones para su gestión académica y de investigación y graves amenazas a su autonomía -, está llamada a contribuir activamente al rescate de los valores de la libertad, la defensa de la democracia y la lucha contra el autoritarismo. Es un reto que, emulando las referencias históricas señaladas, la universidad, en su desempeño autónomo, no puede eludir como compromiso cívico y responsabilidad social, sustentado en una pedagogía de valores  y cultura de paz que son  principios fundamentales de todas las manifestaciones de la vida universitaria. Solo así, la universidad venezolana estará haciendo política sana frente al oscuro panorama que confronta el país. Solo así la universidad venezolana estará haciendo honor a la frase emblemática de LA CASA QUE VENCE LAS SOMBRAS, consigna de nuestra Universidad Central, pero que es compartida por todas nuestras universidades autónomas.

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