Ricardo Escalante, Texas
Confieso que el acendrado rechazo al significado de la bota militar y a las autocracias de todo signo que siempre he tenido, muchas veces me ha empujado a tener percepciones exageradas frente a todo aquel que use o haya usado uniforme verde oliva. Y con esas aprensiones llegué a tener un juicio incorrecto contra Ollanta Humala, pero eso ha ocurrido también porque en América Latina los militares han causado estragos que deberían dar lugar a vergüenzas y arrepentimientos descomunales.
Con mi concepto erróneo pensaba que Humala, ese militar con pasado golpista y violaciones a los derechos humanos, no podía hacer otra cosa que condenar de manera irreversible al Perú a otro régimen de oscuridad y atraso como el de la Venezuela de Hugo Chávez. Pero no ha sido así y me alegro de de la equivocación aunque, por supuesto, hay que reconocer que él también ha tomado decisiones inconvenientes y que sus chucutos planes sociales han erosionado su popularidad.
Amigo o desconocido lector, usted ahora se preguntará por qué carajos yo vengo ahora a hacer este acto público de contrición, si en realidad no tengo ni he tenido nada que ver con Perú y mis amigos peruanos se cuentan con los dedos de una mano. Ahh, muy sencillo: Porque Humala no ha arruinado la economía de su país con el propósito único de perpetuarse en el poder, no ha emprendido una ola de expropiaciones a diestra y siniestra, no ha promovido desde el gobierno bandas hamponiles para sembrar el caos, no ha dicho que modificará la Constitución para quedarse 50 años en el poder, no ha reblandecido los resortes morales de la justicia, no se ha apoderado de los medios radioeléctricos para promover su proyecto político, no ha emprendido una campaña de aniquilación de los partidos políticos opositores, y tampoco ha cometido otras muchas arbitrariedades. Hay que reconocer que Humala ha tenido la decencia (por lo menos hasta ahora) de no hacer nada de eso.
Y como si lo anterior fuera poco, mi confesión está también animada por un hecho que en nuestro ambiente tropical considero de importancia capital: el presidente Ollanta Humala ha puesto una raya roja entre su familia y cualquier intromisión indebida en los asuntos del Estado. Se ha distanciado de ellos y lo admite con una humildad que parece tener sabor de honestidad. ¿Será eso sincero y durará eso hasta el último día de su mandato? Ojalá.
En una entrevista televisada dijo que esperaba reconciliarse con su familia al terminar el gobierno. “El entorno familiar debe saber cuál es su papel y comportamiento cuando tienen (entre sus miembros) a un Presidente de la República”… Ahora bien, su hermano Alexis trató de enriquecerse de manera ilegal y escandalosa, metiendo la mano en la cosa pública mediante negocios con Rusia, y otro hermano, Antauro, fue acusado de homicidio y está preso. Y aunque en la oposición hay dudas, hasta ahora nada prueba que el Presidente haya tratado de exculpar a esas joyitas del entorno familiar, pero, por supuesto, nadie en este mundo elige a su familia. Y lo que me pregunto si Hugo Chávez podría actuar de la misma manera y decir lo mismo, a pesar de las tantas acusaciones que ha habido contra sus hermanos y contra su padre. ¿Habrá visto Chávez esa foto que circuló de manera profusa por internet, en la cual su hija menor, Rosinés, aparece con un abanico gigante de billetes de cien dólares?
Ahh, y el detallito final es ese estímulo oficial a la delincuencia que con impunidad ha venido arrasando a la población venezolana. ¿Quién combate esas bandas de delincuentes armados que hoy “coordina” el ex alcalde Juan Barreto? Por cierto, ¿ya se olvidaron todas las irregularidades en que incurrió en el ejercicio de sus funciones públicas? Por eso entiendo y justifico que muchos griten “¡Que Chávez se joda!”