Juan José Monsant Aristimuño
Anàlisis Libre Internacional
Desde el primer diálogo propuesto por el gobierno, a inicios del mandato del fallecido presidente Hugo Chávez, consecuencia de su destitución, renuncia, en 2002, cuando prometió compungido con un Cristo de cabeza abajo, ante la población venezolana y el mundo, rectificar errores y oír a la sociedad organizada para y por el bien de Venezuela, el cual se instaló en el hotel Meliá Caracas y fuere presidido por el expresidente colombiano César Gaviria, la Coordinadora Democrática que representaba los anhelos de la población penitente de buena fe, a lo menos así lo entendimos, “porque eso era lo que había”, hemos visto, sufrido y decepcionado cada dialogo, negociación o encuentro entre esa oposición funcional y la tiranía que detenta el pode fáctico, que oprime y diluye a la nación y al territorio venezolano.
El otro diálogo importante, a lo menos así se planteó, fue el intentado a través de la mediación del Vaticano, que concluyó con unas recomendaciones que le fueron presentadas al gobierno de facto, las cuales fueron desoídas, ignoradas y manipuladas; ello llevó, ante tan delicado tema, a que el Vaticano se retirara formalmente no solo de esa comisión, sino de cualesquiera otra que se propusiera en el futuro, dada que su función es unir, pacificar, aconsejar, más nunca ser parte activa de una actividad política partidista, o prestarse para cualquier emboscada política con el fin de engañar o utilizar su presencia.
Posteriormente se organizó un nuevo diálogo entre el gobierno de facto y la oposición funcional, esta vez con otro nombre, pero con los mismos protagonistas anteriores, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) con intermediación del gobierno de Noruega, y a espaldas de la opinión púbica nacional, a quien se decía representar.
Ese momento coincidió con las primeras sanciones impuestas por la administración Obama a los operadores financieros del gobierno de facto (normalmente conocidos como “bolichicos”) por delitos cometidos en suelo estadounidense; delitos que genéricamente se conocen como lavado de dinero, proveniente de actividades económicas fraudulentas. Y ¡Hete aquí! que, citada por la Comisión de Exteriores de la Cámara del Senado del Congreso de los Estados Unidos, la señora Roberta Jacobson, Subsecretaria de Estado para asunto del Hemisferio Occidental, para que aclarara el por qué se habían detenido las sanciones al gobierno de Venezuela, la señora Jacobson se vio en la bochornosa necesidad de informar que una representación de la oposición venezolana (dio los nombres) había solicitado formalmente le fueran suspendidas las sanciones al gobierno de facto, porque se encontraban en un proceso de diálogo. El lector saque sus propias conclusiones.
Luego van a México, comandados por el enigmático Gerardo Blyde, y el gobierno de facto representado por Jorge Rodríguez, exige que el preso Alex Saab (diplomático recién) a lo menos porta pasaporte diplomático venezolano) se siente en la mesa de negociación); parece que fue demasiado, ya no podían hacerlo porque estaba en prisión en Cabo Verde, y luego en Miami, y no podrían ir nuevamente a Washington, porque el detenido se encontraba bajo la jurisdicción del Poder Judicial, y ya los tiempos de arbitrariedad quedaron en el pasado el seis de enero del 2021.
Y ahora de nuevo, quieren dialogar en México (el gobierno de facto está hilarante) entregando todas las condiciones que pudieran ser obstáculo para un final feliz, y pudiere convertirse en realidad jurídica y política la cohabitación entre gobierno de facto y oposición funcional, esta vez denominada el G-4 (casi me confundo con el G2, pero eso es otra cosa, tan siniestra como la anterior).
El craso error que comete el G-4, es que pretende obviar el juicio indetenible aún a petición de una de las partes involucradas, ante la Corte Penal Internacional, porque los delitos señalados son delitos internacionales de lesa humanidad, no sometidos a negociación.
Y venezolanos intachables en su proceder público y profesional, agrupados en el Comité Internacional Contra la Impunidad en Venezuela (CICIVEN) como William Cárdenas Rubio, Víctor Rodríguez Cedeño, Walter Márquez, ,Paciano Padrón, Luis Corona, Wilfredo Castro, José Emilio Castellanos, entre otras personalidades, que se dieron a la tarea ciclópea de presentar ante esa Corte internacional la fundamentación probatoria de los delitos de lesa humanidad cometidos por el gobierno de facto venezolano comandado por Nicolás Maduro Moros, han emitido un importante documento dirigido a la opinión público y concretamente a los negociadores que pretenden negociar no solo los crímenes cometidos por el régimen, sino la propia jurisdicción de la Corte Penal Internacional, algo que está fuera de sus deseos e intensiones, por supuesto). Y no solo obvian estas acciones de CICIVEN, sino la acción del Grupo de países amigos que ejercieron acciones antes esa honorable Corte Internacional, como igualmente lo hizo la valiente abogada Tamara Sujú, hoy demandada por Nicolasito Maduro (a quien sentaron en la mesa de negociación de México).
Esta pieza documental, es el primera que en estas tristes y dolorosas dos décadas pasadas, se dirige directamente a los protagonistas de la oposición funcional venezolana, para que cesen ya, de una vez, de servirles de cómodos y oportunos instrumentos de complicidad al gobierno más infame, criminal, desnacionalizador y violador de derechos humanos que hay conocido el continente americano, solo comparables a la destrucción masiva de seres humanos intentada por regímenes como el Pol Pot, la Revolución de los Jóvenes turcos, Stalin contra los ucranianos o Mao con su Gran Salto, solo que ellos no se propusieron diluir, dasarticular o desnacionalizar la integridad territorial.
Totalmente de acuerdo con el contenido del escrito. Ellos, las personas citadas, se abrogan la representación de los venezolanos pensantes, los que no estamos de acuerdo con su obrar acomodaticio y buscador de prendas.
Eso se parece mucho, a la época de las MAFIAS ESTÁUNIDENSE, entre ALCAPONE, CARA CORTADA, DELLINGER, entre otros, cuando se hacían sus pactos de no Inmiscuirse en su zonas.