Grupos de presión que apoyan a la Shell y miembros del opositor Partido Republicano defienden el proyecto.
Zoha Arshad (IPS/Washington/PES)
Para mediados de septiembre, la firma angloholandesa Royal Dutch Shell espera iniciar perforaciones de exploración en el océano Ártico frente a la costa norte de Alaska, con el permiso del gobierno de Estados Unidos y si supera los obstáculos logísticos que se le han presentado hasta ahora.
Pero un importante grupo ambiental alerta que las operaciones provocarán «daños irreparables» en la zona. El Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés) publicó un informe instando a Washington a prohibir las perforaciones, señalando que Shell es incapaz de impedir y de limpiar eventuales derrames de petróleo.
Pero grupos de presión que apoyan a la empresa y miembros del opositor Partido Republicano defienden el proyecto de exploración, señalando que el petróleo del Ártico aportaría a Estados nidos recursos energéticos más baratos durante más de una década.
Shell admitió que no puede efectivamente limpiar eventuales derrames de petróleo, y su barco de respuesta ante emergencias, el Arctic Challenger, no está en condiciones de resistir una tormenta en la zona.
El jefe de campañas en el Ártico de la organización ambientalista Greenpeace, Jackie Dragon, criticó duramente la iniciativa de Shell: «Shell no puede mantener bajo control su equipo de perforación en un puerto protegido. ¿Qué pasará cuando afronte olas de 20 pies de altura y hielo mientras perfora el Ártico?», preguntó Dragon.
«La compañía admitió que el equipo de perforación no podía cumplir con los estándares requeridos para evitar la contaminación del aire del Ártico» y «ha roto promesas sobre su plan de respuesta ante derrames de petróleo y sobre su preparación ante tormentas».
«No se puede confiar en Shell, y el presidente (estadounidense Barack) Obama no debería dejar que lleve adelante su programa de perforación en el Ártico», señaló Dragon.
La compañía, por otro lado, quiere aprovechar el tiempo que le queda del verano boreal para perforar. Si comienza ahora, deberá detenerse en octubre a más tardar, antes de la llegada de los hielos marinos.
Mientras, el gobierno de Obama y Shell siguen enfrascados en negociaciones sobre la autorización de las perforaciones.
Grupos ambientalistas esperan que, luego del desastre petrolero de la British Petroleum en 2010, en el Golfo de México, y la inspección en la que se constató que el Arctic Challenger carecía de determinadas medidas de seguridad, Washington no permita operar a la compañía.
El informe del NRDC señaló ocho razones principales por las cuales Shell no debía perforar en el Ártico.
Primero y antes que nada: la industria petrolera tiene un deplorable historial de derrames que nunca limpió efectivamente.
La catástrofe de 2010 en el Golfo de México es un vívido recuerdo de cuán grave pude ser un derrame y cuán duraderos sus efectos.
Lawrence Neil, portavoz del NRDC, explicó a IPS que los derrames son algo prácticamente garantizado en la industria petrolera.
Además, «no hay forma probada de mantener un equipo de perforación en el cambiante hielo del invierno en el Ártico». Por tanto, operar en esa zona supone riesgos aun mayores de los habituales.
Por otra parte, el ruido generado por la perforación afectará especialmente a los mamíferos marinos, añadió Neil, y los oleoductos podrían dañar áreas silvestres extraordinarias y hábitat fundamental para fauna y flora.
La falta de una rápida respuesta e infraestructura en la zona es también causa de preocupación para los grupos ambientalistas, así como al hecho de que un derrame de petróleo o la simple incursión en la zona pueden causar la migración de los animales.
Entre las especies que serían amenazadas por las perforaciones se encuentran las ballenas, los osos polares y diversas clases de aves, todas los cuales dependen del ecosistema helado para sobrevivir.
Si Shell encuentra petróleo, otras compañías vendrán también a la zona.
El informe señala muchos impactos negativos más, como el incremento de los gases de efecto invernadero, causantes del recalentamiento planetario.
De todas formas, algunos creen que todo esto vale la pena. Si se encuentra petróleo en la tundra, la dependencia estadounidense del petróleo extranjero disminuirá drásticamente. Los republicanos señalan que un descubrimiento de crudo en la región crearía miles de empleos y le daría impulso a la economía.
Grupos de presión y políticos insisten en extender el plazo para la perforación. Al frente de esta campaña se encuentra la senadora Lisa Murkowski, de Alaska, integrante del Comité de Recursos Naturales y Energía.
Pero Lawrence y otros ambientalistas alertan que los riesgos son demasiado grandes.
Para Lawrence, es simple. «Sin duda hay formas más directas de reducir la dependencia del petróleo extranjero que perforando nuestro océano prístino», señaló.
«La perforación en el Ártico requiere de una gran inversión, incluso de recursos federales, para regular, supervisar y proveer servicios de emergencia», y esas inversiones podrían utilizarse «en otras fuentes de energía que no contribuyen al catastrófico cambio climático», sostuvo.