El ejemplo del embajador Romuald Spasoskwy
El padre de Spasowsky se había suicidado en 1941, después de luchar contra los Nazis y como protesta por la invasión de Polonia llevada a cabo por Joseph Stalin y Adolph Hitler.
Hasta el momento de su rompimiento con los comunistas Spasowsky había sido uno de los diplomáticos más destacados del gobierno.
Pienso que es demasiado pedirle a los embajadores del régimen venezolano que hagan un gesto similar de dignidad y de decencia como el que hizo, en su momento, Spasowsky. En su autobiografía: “The Liberation of One”, él describe las razones de conciencia que lo llevaron a tomar esa determinación. Podríamos acaso imaginarnos a los embajadores venezolanos en Roma, en la OEA, en Singapur o el que debió ausentarse de Washington, tomando una determinación similar? La respuesta debe ser negativa porque, en los casos de estos embajadores, no parece existir una razón ideológica para su lealtad al régimen, como si la tenía Spasoskwy. Lo que animaba al polaco era su identificacíon filosófica con el comunismo, no el disfrute de una posición muelle. Cuando él rompe con el régimen de su país lo pierde todo y debe comenzar de nuevo en USA. Pero los embajadores del régimen venezolano arriba citados carecen de una base ideológica para su lealtad. Todos fueron servidores de los gobiernos de AD y de COPEI. Simplemente se cambiaron de casaca. Parece evidente que lo que ha privado en ellos ha sido un deseo de proteger sus vidas cómodas, pereferiblemente en el exterior, bien lejos del caos y miseria del país cuyo régimen político representan.
Hago esta reflexión porque un embajador debería ser mucho más que el simple vocero de un régimen politico. Debería representar a su nación, que es mucho importante e imperecedero que el régimen. Spasokwy, al romper con el gobierno títere de su país, representó mucho más dignamente al alma de Polonia que si hubiera guardado silencio.
Por ello pasó a la historia como un patriota verdadero, no como un colaboracionista.