Ser demócrata en USA

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Juan José Monsant Aristimuño
Analisis Libre
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A los latinoamericanos se nos hace muy difícil entender la organización de los partidos políticos en los Estados Unidos, acostumbrados como estamos en militar, simpatizar o conocer cómo nacieron, estructuraron y funcionaron (el tiempo del verbo funcionar en pasado, es intencional), en nuestra región. Todos ellos venidos de la influencia europea de españoles, franceses o ingleses. En términos generales, digamos que se agruparon en torno a una visión del hombre y la sociedad, en conservadores y liberales; quienes generaron innumerables guerras civiles en la mayoría de los países de nuestra región, incluyendo los enfrentamientos entre federalistas y centralistas, en lo que se refiere a la organización administrativa del estado.

Ya avanzado el siglo XX, y superadas en parte la rivalidad liberal-conservadora, aparecen nuevas corrientes del pensamiento, igualmente venidas de Europa como el comunismo, la socialdemocracia y el socialcristianismo, las dos últimas corrientes filosóficas nacidas en contraposición del radicalismo totalitario marxista. Hasta ahora, muy recién, que esas estructuras dogmáticas desaparecen para dar paso a los tiempos que corren, a las realidades del mundo contemporáneo signadas por una disminución de rigideces sociales, morales y estructurales, apoyadas incluso en los cambios tecnológicos y científicos, que conllevan la participación del todo social.

En los Estados Unidos, no sucedió así; de hecho la unión de las 13 provincias fue circunstancial e impuesto ante la necesidad de cohesionarse en el proceso independentista; unión que se formalizó como estado Federal en su Constitución de 1787. Lo que sí existió fueron tendencias hacia el centralismo y el federalismo. De hecho, su primer Presidente, George Washington, elegido por unanimidad en dos periodos consecutivos 1789-1797 (no quiso aceptar un tercer periodo), lo fue en representación del Partido Demócrata-Republicano. Sólo fue hasta 1828 que apareció el Democratic Party, fundado por Andrew Jackson, quien fuere el séptimo presidente de la Unión (1829-1837). Y curiosamente, fue una agrupación conservadora,  supremacista en los términos que hoy le otorgamos, y Jackson mismo uno de los mayores propietarios de esclavos negros del momento. En tanto que, cuando se inicia la Guerra de Secesión o Civil (1861-1865) fue para definir los términos de una nación federada, no esclavista, conservadora, proteccionista y de alguna manera centralista, ante la opción de un estado confederado y esclavista propuesto por siete estados del sur. Y esta guerra la inició Abraham Lincoln, quien fuere el primer presidente republicano (1861-1865) de los Estados Unidos.

Es la historia de un singular país cada día más en cambio, y cada día más en las puertas de un conflicto social no resuelto del todo en la Guerra Civil, dadas las crecientes manifestaciones de los supremacistas blancos expresadas en un populismo de la derecha más elemental de la nación.

Hay, pues, demócratas liberales, populistas, conservadores, socialdemócratas y, republicanos segregacionistas, liberales, conservadores y populistas. Depende de los extremos dominantes se inclinan en el proteccionismo o no, al estado de bienestar o no; lo inaceptable son los peligrosos extremos en ambos partidos. En los demócratas, la izquierda se confunde con la permisividad, la aparción del factor religioso islamita militante, o la peligrosa candidez, y en los republicanos la derecha se confunde con la peligrosa discriminación y la imposición de un capitalismo desbocado, insensible  e incontrolado.

Lo cierto es que los demócratas tienen una constate en el manejo de su política exterior. Así como velan, en lo interno, por la búsqueda del bienestar general sin distinción de condición racial, sexo, religión o social, en lo externo han desarrollado una política exterior, específicamente hacia la América latina, que confunde el apoyo a la necesidad de cambios internos para una mayor democratización de la sociedad,  un mayor sometimiento al estado de derecho, que pasa por la transparencia y rendición de cuentas de los actos públicos, con la cómoda y a veces cómplice rigidez de las formas tradicionales.

Así se comportó la Secretaria de Estado Hilary Clinton, por ejemplo, en Honduras con el caso Zelaya, en tanto que a un Roberto Micheletti aún le mantienen retirada la visa estadounidense que le impuso como castigo, no obstante haber salvado al país de caer en manos de Chávez, en aquel momento. Y ahora con Biden, quien convocó una apresurada y curiosa Cumbre por la Democracia excluyendo a tres países centroamericanos, (Guatemala, Honduras y El Salvador) por candidez, subjetividad o ignorancia de sus asesores.

Un comentario sobre “Ser demócrata en USA

  1. Recuerdo a Juan José Monsanto en sus apariciones en la televisión y prensa venezolana, antes del diluvio. Bien articulado desde su posición socialcristiana, ahora nos brinda este artículo que comienza demostrando un buen conocimiento de las raíces del bipartidismo estadounidense, pero aterriza, forzadamente, en sus dos últimos párrafos, en señalamientos críticos hacia una política exterior estadounidense de cara a America Latina, pero sin mayores ejemplos y defendiendo acriticamente a un presidente panameño acusado de corrupcion, solo porque- de acuerdo con Monsant- detuvo al chavismo en sus intentos de introducirse en la política de esa nacion. Hubiera valido la pena que nuestro articulista diera la zanahoria al presidente salvador de la democracia panameña frente al peligro chavista, pero asestará un garrotazo al presidente corrupto.

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