Venezuela: Hasta el agua es un nostálgico recuerdo

Francisco Olivares

Levantarse temprano en la mañana, abrir el grifo y refrescar el rostro con un poco de agua para comenzar el día ya forma parte de un recuerdo, del imaginario que alguna vez existió. Y aunque la pérdida es un hecho más o menos reciente, la urgencia y la impotencia, ha convertido ese recuerdo en lejana nostalgia.

Son aquellas cosas de la calidad básica de vida que los venezolanos han tenido que desterrar de su existencia, obligados por la desidia, por la incapacidad, la corrupción, la indolencia y quizás otra serie de calificativos que no pueden ser ubicados con exactitud en las expresiones válidas de la Real Academia, para describir la capacidad destructiva que han tenido quienes en los últimos 19 años se han apoderado del país más próspero al sur del continente americano.

A las muertes en las puertas de los hospitales, los niños que fallecen por desnutrición o la ausencia de transporte público porque 80% de las unidades están paralizadas por falta de repuestos, a la calamidad venezolana se agrega la crisis en el servicio eléctrico y la falta de agua.

En estos días, quienes ayudan a Nicolás Maduro, en su solitaria campaña electoral, suelen acusar a la oposición de la crisis de los servicios de agua y electricidad. Así lo gritan en las reducidas concentraciones políticas, como lo dijo, el pasado jueves Henry Rangel Silva encaramado en una tarima.

Es esa capacidad de “caradurismo” de estos gobernantes en mentir sin rubor. Mentiras como las de ensamblar la imagen de las viejas concentraciones masivas que se hicieron en tiempos de bonanza petrolera, en las solitarias convocatorias electorales de Maduro a través de Venezolana de Televisión, para ofrecer la sensación de fervor revolucionario.

Pero la realidad del padecimiento está plasmado en el rostro de la ciudadanía que como lo describió la especialista en Neuroinmunología, Rebeca Jimenez, al venezolano “lo han desmontado emocionalmente”.

La verdad que ocultan los gestores políticos sobre el servicio de agua es que existen 86 grandes embalses, todos construidos antes de que el chavismo llegara al poder, que en la actualidad cuentan con suficiente agua para abastecer a todo al país, pero en el caso de Caracas de las 6 estaciones de bombeo solo quedan dos activas y trabajando a media máquina por la crisis eléctrica que afecta sus plantas, entre otros factores.

Por esa situación, como lo refieren especialistas citados en el revelador reportaje firmado por la periodista Olgalinda Pimentel, están dejando de entrar a la capital 4 mil litros de agua por segundo de los 18 mil litros que se requieren. En otras palabras lo que ocurre, es que desde que llegó el chavismo al poder no se han construidos más redes de distribución, ni estaciones de bombeo, ni embalses. Todo los que existe hoy con precario mantenimiento es lo que encontraron estos activistas políticos al llegar al poder.

Pero no solamente es la infraestructura. De 400 cuadrillas de mantenimiento del sistema hoy no llegan a 20, de allí que en casi toda la ciudad se observan derrames de aguas blancas que brotan sin control por calles y avenidas porque el sistema de tubería, que son 5 millones y medio de metros, ya tienen 30 años sin ser renovados.

Lo que nos espera es que la capital quedará literalmente seca sino se inicia con urgencia un programa operativo con especialistas que renueven todo el sistema.

Pero definitivamente eso no ocurrirá con una dirigencia cerrada que no escucha a la población, que desconfía del especialista, que desprecia el talento venezolano o que en definitiva, como señala la especialista venezolana citada en este escrito, el sometimiento emocional del ciudadano es una política de Estado.

Pero así como han explotado las tuberías en la capital, la ciudadanía se está fracturando en sus límites como lo vemos a diario en las cientos de protestas en todo el territorio. Protestas atomizadas, hasta ahora.

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